Libros fantasma
¿Y si te dijéramos que no vamos a publicar nada? Así anuncia la editorial Errata Naturae que dejará de sacar novedades durante una temporada. “Más o menos, uno de cada tres libros que llega a las librerías acaba siendo devuelto y, en última instancia, guillotinado”, explican en su página web. Cuando un librero devuelve al distribuidor los libros que no vende, no recibe el dinero que pagó por ellos, sino crédito para adquirir títulos más recientes, apuntan. Por su parte, el editor contrae una deuda por esos libros que nadie leerá. ¿Y cómo la afronta? Publicando nuevos libros que la compensen, y que a su vez reactivarán el crédito del librero. También en este sistema hay, pues, libros fantasma.
El sector se ha detenido durante más de dos meses, pero la maquinaria no, y en mayo aparecerán nuevos títulos. Seguramente la estrategia consistará en publicar menos y con un perfil comercial marcado. Aun así, es previsible que se venda poco, dada la situación económica. Eso afectará sobre todo a pequeños comercios y sellos independientes. “En los próximos meses, miles y miles de libros harán una fugaz aparición en las librerías y retornarán a la oscuridad de los almacenes; hipertrofia productivista; reemplazo casi instantáneo; mayor homogeneización; mayor presión sobre los editores”, apuntan los de Errata Naturae. Y se preguntan si no ha llegado el momento de pararse a pensar. No es que no tengan libros nuevos, ya impresos. Pero no quieren dejar huérfanos esos que publicaron justo antes de que entrara en vigor el estado de alarma. Por ejemplo, En el corazón del bosque, de la californiana Jean Hegland, de quien puede recuperarse un saludo en IGTV: “Es irónico pensar que una novela ambientada en el colapso de la civilización se publique en el momento en el que sentimos que nuestra propia civilización colapsa”.
“Necesitamos tiempo para interiorizar, digerir y reconstruir la situación que estamos viviendo y que era impensable hace unas semanas; tiempo para proponer, desde nuestro catálogo, una reflexión a la altura de la gravedad y la trascendencia de las circunsuno tancias”, concluye la editorial. El sello Capitan Swing, por su parte, anuncia en Twitter que, mientras la incertidumbre se cernía sobre el sector, ellos han trabajado (desde casa) en un catálogo que tiene como objetivo “arrojar algo de luz sobre el futuro que nos espera y reflexionar acerca de qué vacunas necesita la sociedad”.
¿Tiene sentido que se hagan presentaciones en formato virtual, cuando la mayoría de librerías sigue con la persiana medio bajada? Es algo que me pregunto cada vez que entro en Instagram
Live. Ahora Pep Prieto habla de
El mal pare con Irene Solanich, de Llibres del Delicte. “El tema de la desaparición siempre me ha inquietado”, dice él, “la imposibilidad de tener las respuestas a una pregunta genera angustia, queremos una resolución; y las fuerzas del mal de esta historia juegan abiertamente a no darla”. La ausencia presente que implica una desaparición, esa incógnita que acompaña a los que no saben qué ocurrió ni lo que pasará, la incertidumbre en definitiva, es otro tipo de fantasma.
de los referentes de Prieto fue la película El hombre de las
sombras, de Pascal Laugier, que le da la vuelta al mito del hombre del saco. También le inspiraron la mitología clásica, y como muestran los agradecimientos, Sam Abrams, Alfred Hitchcock, Batman i Keyser Söze, entre otros. “Sin ellos no tendría la mitad de la imaginación que tengo”, admite. Solanich asegura que estuvo a punto de llamar a Jaume Balagueró para proponerle que adaptara la novela a la gran pantalla. Más cinéfilo que seriófilo, Prieto reconoce que está acostumbrado a visualizar lo que narra según una estructura secuencial: “En las escenas de crimen, el relato se desarrolla en tiempo real, mientras que las escenas de acción tienen una sinergia diferente, hecha por planos”.
Si él ha escrito sobre un mal padre, Aixa de la Cruz y Aroa Moreno, ambas autoras de Caballo de Troya, explican mientras se toman una copa de vino tinto, cada una en su casa, que han descubierto discursos de odio que no sabían ni que existían. “Discursos que casi te obligan a justificar por qué has tenido hijos”, dice De la Cruz. Se refiere a los haters que inundaron las redes cuando los niños pudieron salir a la calle. “Antes de ser madre me molestaba que me dijeran que no sabía de lo que hablaba por no tener hijos”, explica, “y ahora que tengo una, veo que hay gente que ni siquiera sabe lo que es un niño”. Moreno recuerda el revuelo que hubo cuando salió Madres arrepentidas, de Orna Donath, en Reservoir Books: “Hay tantas maternidades como madres; las madres no son un colectivo, y cada niño tiene también una manera propia de ser”. Luego explica que durante la pandemia se propuso ser buena persona, en el sentido de intentar controlar la rabia, la ira, la desesperación. Hablan de la alerta que supuso la posibilidad de desarrollar el llamado síndrome de la cabaña, a raíz de esa extraña comodidad que les ofrece el confinamiento; así que, aun siendo muy caseras, se obligan a salir. La sombra de Emily Dickinson siempre ha sido un miedo que está ahí, dice De la Cruz. Y concluye: “Me preocupa la facilidad con la que nos hemos acostumbrado a que nos quiten la libertad”.
“Arrojar algo de luz sobre el futuro que nos espera y reflexionar acerca de qué vacunas necesita la sociedad”