La Vanguardia

¿Qué drama catalán tuvo intérprete­s que acabaron en Auschwitz?

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La misma respuesta habría tenido preguntar qué obra de un autor catalán cantaron la Callas y la Caballé porque dio origen a dos óperas. Y fue llevada seis veces al cine. Y tuvo tres produccion­es en Broadway entre 1903 y 1936. Y es una de las que acercaron a su autor al Nobel. O sigue siendo uno de los grandes clásicos catalanes. Como su autor. Pero sin duda quizá la historia más terrible es recordar que en una de sus adaptacion­es al cine parte de sus intérprete­s acabaron en el campo de exterminio de Auschwitz. En 1941, 23 personas de etnia gitana fueron selecciona­das para el rodaje en un campo de deportació­n cercano a Salzburgo. Luego, en 1942, 68 más en un campo de trabajo creado para limpiar de gitanos el Berlín de los Juegos. Había hasta bebés. En el rodaje necesitaba­n figurantes mediterrán­eos porque el filme se ambientaba en España. Cuando en abril de 1943 la productora pagó al campo de Marzahn por los últimos prisionero­s, ya habían sido gaseados.

La directora de la película y la que seleccionó a los extras –aunque siempre lo negó– era la gran cineasta alemana Leni Riefenstah­l, que rodó para Hitler el influyente documental El triunfo de la voluntad, sobre el congreso nazi de 1934 en Nuremberg. Pero Riefenstah­l no fue sólo la directora sino también la protagonis­ta de esa película con extras gitanos: Tiefland, que significa tierra baja. Ella encarnaba, pues, a la Marta que Àngel Guimerà retrató en su pieza teatral Terra baixa ,la que mantiene relaciones con el soberbio terratenie­nte Sebastià que la casa con el pastor Manelic para disimular su relación. Manelic bajará de las tierras altas a las bajas para casarse y allí sólo encontrará hipocresía y corrupción. Y acabará con Sebastià: “He matado al lobo”.

Riefenstah­l hizo su versión de Terra baixa a partir de la ópera alemana Tiefland de Eugen d’albert, que partía de la pieza de Guimerà. Maria Callas y Montserrat Caballé cantarían, jóvenes, la Marta de Tiefland. Y no sería el único éxito internacio­nal de Guimerà con Terra baixa: logró una enorme acogida en EE.UU. al inicio del siglo XX igual que con Maria Rosa, que Cecil B. de Mille adaptó al cine mudo en 1916. A De Mille le fascinaban los poderosos retratos femeninos de Guimerà.

También se obsesionó Riefenstha­l con Terra baixa, que fue estrenada en castellano en 1896 por la compañía María Guerrero en Madrid. La cineasta elaboró un guion en 1934, lo abandonó por El triunfo

de la voluntad, lo retomó en 1940, enfermó, la dirigió postrada, usó innumerabl­es recursos del régimen y acabó el rodaje en Praga antes de caer Hitler. No la pudo montar hasta los años 50 y se estrenó en 1954. Fue la película en blanco y negro más cara del Reich y la producción más larga de la historia hasta entonces. Pero como Marta, joven y pobre bailarina gitana española, Riefenstah­l, ya en sus 40, fue gaseada: “Cuando uno la ve bailar piensa: menos mal que se dedica al cine. Cuando la ve actuar, piensa que mejor se hubiera quedado en la danza”.

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ARCHIVO Riefenstah­l como Marta

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