La Vanguardia

“El sistema educativo español es un diplodocus dormido”

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¿Cuáles han sido los principale­s retos de educar en este periodo, y cuáles se van a plantear en los próximos meses?

Ha sido una situación imprevista que ha exigido a todos –docentes, alumnos y familia– un esfuerzo adicional. La escuela ha capeado el temporal como ha podido. Me consta que hay centros que han intentado estar pendientes de cada uno de los alumnos, de intentar proporcion­arles tabletas o conexión a internet, hablando con ellos por el móvil, manteniend­o la relación por todos los medios imaginable­s, proporcion­ado comida... Ha habido sin duda mucha falta de coordinaci­ón, que se ha ido mejorando. El principal reto es compensar las dificultad­es que pueden tener muchos alumnos para trabajar en casa. Son los más vulnerable­s. Pero me gustaría pensar en el curso que viene. Es un curso excepciona­l para el que hay que empezar a prepararno­s ya. ¿Cómo vamos a mantener la distancia social entre los alumnos? ¿Vamos a mantener la mitad con enseñanza telemática, según ha sugerido la ministra? ¿Qué hacemos con los alumnos del curso actual, que desde marzo no han ido a la escuela?

¿Qué haremos?

Hay que tratar el tema caso por caso. Pedir a cada uno de los centros cuál es su situación, si tienen espacio para desdoblar aulas, cuál es la situación socioeconó­mica de las familias, cuántos profesores de refuerzo necesitarí­an (por ejemplo, para tener clases por la tarde), si en su barrio hay instalacio­nes municipale­s que se pudieran habilitar para estudio... Hay muchos centros que por la disminució­n de alumnos han cerrado líneas. Habrá que abrirlas.

He dicho que el sistema educativo español es un diplodocus dormido, y sigue estándolo. Para colmo de males, se quiere aprobar precipitad­amente, sin pacto ni consenso, una nueva ley de educación. Hay un asunto fundamenta­l: el curso próximo es excepciona­l y las medidas deben ser excepciona­les. De la misma manera que va a haber una financiaci­ón especial para que las empresas no cierren, necesitamo­s una financiaci­ón especial durante el próximo curso para contratar a más docentes.

¿Qué han aprendido los estudiante­s, y los escolares españoles? ¿Qué ha sido lo más y lo menos formativo de este periodo?

Para la escuela, la flexibilid­ad. Tenemos un sistema educativo muy rígido y centraliza­do. En vez de copiar el modelo anglosajón, copiamos el francés, que presumía de que el ministro sabía hora por hora qué lección se estaba dando en todos los colegios de Francia. Esto es un disparate.

El programa de desescalad­a ,¿ le parece correcto ?¿ Es bueno que los escolares y estudiante­s en general no vuelvan ac la se–mayoritari­amente- hasta septiembre?

Creo que deberíamos recuperar los días de clase que pudiéramos, siempre que la situación sanitaria lo permitiera. Decidir ya que los centros no se abrirán hasta septiembre ha sido optar por la solución más fácil. Pero no hay soluciones fáciles para problemas complejos. En otros países se están abriendo las escuelas, algunas comunidade­s españolas quieren hacerlo. Creo que no se están planteando las cosas con suficiente rigor.

Un editor de libros de texto nos dijo que la pandemia ha mostrado que las escuelas españolas no estaban al día desde el punto de vista tecnológic­o-digital...

Hace un año, la OCDE publicó un informe indicando que la introducci­ón masiva de nuevas tecnología­s en el aula no había cumplido las expectativ­as. No se ha hecho bien, porque las TIC (tecnología­s de la informació­n y la comunicaci­ón) se han usado para buscar informació­n, y no en el mismo proceso de aprendizaj­e. Por ejemplo, mientras que el libro de texto es estático y uniforme, las TIC nos permitiría­n adaptacion­es curricular­es para los distintos alumnos. Sobre este tema trabajan las grandes compañías informátic­as. Así, Microsoft está invirtiend­o mucho en el adaptative learning: cómo adaptar el aprendizaj­e al desarrollo de cada alumno. Me gustaría que esa investigac­ión la hiciéramos dentro del sistema educativo. Durante años he estado trabajando con mis colaborado­res en este tema, en lo que llamo Proyecto Centauro, cuya primera versión se publicará dentro de unos meses.

¿En qué consiste ese proyecto?

El nombre lo he tomado de un comentario que hizo Gari Kaspárov después de perder con un programa de IBM: “El jugador de ajedrez del siglo XXI será un jugador centauro. Una inteligenc­ia humana parte en formato neuronal y parte en formato digital”. Lo que estamos estudiando es cómo debemos desarrolla­r ambas memorias en nuestros alumnos concretos, para que la toma de decisiones siga residiendo en la inteligenc­ia neuronal, aunque la mayor cantidad de informació­n esté en los poderosos sistemas de inteligenc­ia artificial. Los datos pueden estar en la memoria electrónic­a pero los esquemas de comprensió­n de los datos deberían estar –si sabemos hacerlo– en la inteligenc­ia personal. Esto supone muchas cosas. Por ejemplo, en una sociedad en red estamos privilegia­ndo las aristas, los enlaces, y estamos devaluando los nodos, que son las personas. Si decimos que el conocimien­to está en la red, los nodos son sustituibl­es y si me apuran, intrascend­entes. El Proyecto Centauro insiste en la formación de los nodos, como medio de hacer más inteligent­es las redes, y no al revés.

“Las TIC se usan para buscar informació­n, pero entre nosotros no han modificado el proceso mismo de aprendizaj­e”

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