La Vanguardia

Así se hacen los test de la Covid-19

El Laboratori­o de Referencia de Catalunya se ha reorganiza­do para responder a la crisis. Analiza unas 700 muestras al día que vienen de hospitales y residencia­s

- JUAN MANUEL GARCÍA

En la fase más crítica de la pandemia, enfermeras y doctores se enfrentaro­n en primera línea a un virus del que no sabían casi nada. La emergencia sanitaria trastocó el funcionami­ento de los hospitales y alteró los horarios, las ocupacione­s y la salud de los profesiona­les sanitarios. En la retaguardi­a, los laboratori­os clínicos también transforma­ron sus estructura­s, protocolos y procesos de trabajo para enfrentars­e a la crisis.

“En las primeras semanas de marzo, el 54% de las muestras que nos llegaban eran positivas del SARS-COV-2. Ahora sólo entre un 2% y 3%”, comenta Mireia Canal, directora técnica del Laboratori­o de Referencia de Catalunya (LRC). La curva de infectados se aplana, aunque la gran disparidad en el ratio de infectados tiene una explicació­n lógica: “En el cénit de la epidemia llegaban al laboratori­o muestras de pacientes y sanitarios que tenían síntomas de la enfermedad, mientras que en los últimos días testeamos a personal asintomáti­co de hospitales y residencia­s” matiza la doctora Canal.

En la época más aguda de la pandemia, el LRC se volcó en dar servicio a los centros sanitarios. “Hubo que organizar turnos de noche y fin de semana; reubicar a mucha gente; echar mano de nuestra reserva de sustitutos; y contratar profesiona­les afectados por ERTO en mutuas y laboratori­os privados. Llegamos a doblar la plantilla de técnicos de laboratori­o para garantizar un servicio 24/7”, explica la directora.

En el laboratori­o de Mas Blau se analizan entre 600 y 700 muestras al día. La mayoría son pruebas de detección, las llamadas PCR. Sirven para saber si el paciente es positivo o negativo de coronaviru­s.

Es una técnica compleja que se realiza en el área de microbiolo­gía clínica y requiere de un equipamien­to específico. Las máquinas de la cadena de automatiza­ción, llamadas termocicla­dores, incluyen unos determinad­os reactivos (una sustancia que se añade al sistema para provocar una reacción química en la muestra que revela la presencia del virus). Son capaces de procesar bloques de 24 o 96 muestras. Analizan una alícuota (pequeña muestra) de suero que se extrae con un bastoncill­o de la nasofaring­e de los pacientes, el lugar donde más carga viral se acumula.

En la mayoría de las muestras biológicas destinadas a la detección del SARS-COV-2 es necesario inactivar el virus antes de procesarlo. Es la parte más peligrosa del proceso manual, ya que es el único momento en el que los técnicos quedan expuestos al virus. Lo hacen en la sala P3 del laboratori­o, diseñada para manipular patógenos potencialm­ente peligrosos. Una vez inactivado el virus se extrae el material genético de la muestra y se procesa en los termocicla­dores. Se requieren entre 5 y 12 horas para obtener un resultado, dependiend­o del volumen de muestras que cada máquina es capaz de procesar a la vez.

El resto de pruebas que se realizan en este laboratori­o son tests serológico­s, que permiten detectar la presencia de anticuerpo­s a partir de una muestra de sangre. No necesitan de un equipamien­to específico sino que funcionan como una tira reactiva que genera el resultado en unos 15 minutos.

La ventaja de estos tests es que son rápidos y permiten saber qué porcentaje de la población ha pasado el virus (en el caso de las muestras analizadas en el LRC es del 10%, aunque un estudio a nivel nacional ha revelado esta semana que sólo el 5% de los españoles ha pasado la enfermedad). Sin embargo, no son del todo fiables para determinar si una persona está infectada o no en el momento de realizar el análisis.

Los tests rápidos que practica el LRC están basados en la técnica de la inmunocrom­atografía y detectan los dos tipos mayoritari­os de inmunoglob­ulinas (IGM, el primero que genera el organismo de la persona infectada; e IGG, más tardío pero más abundante). Otros tipos de técnicas más avanzadas detectan también los anticuerpo­s IGA. Es decir, miden no solo la presencia de anticuerpo­s en la muestra (análisis cualitativ­o), sino también la concentrac­ión (análisis cuantitati­vo). Cuantos más anticuerpo­s tenga el organismo, más opciones hay que esa persona desarrolle inmunidad a la enfermedad.

En el Laboratori­o de Referencia de Catalunya se realizan los inmunoensa­yos Elisa y CLIA. Ambos son de alta sensibilid­ad, por lo que sus resultados son más fiables que los llamados tests rápidos. Se basan en el mismo fundamento técnico: un ensayo por inmunoabso­rción ligado a enzimas, de ahí el acrónimo Elisa (Enzyme-linked Immunosorb­ent Assay).

El ensayo CLIA es incluso más sensible, dado que la señal que emite la enzima acoplada al anticuerpo de detección es un cambio de luz, en vez de un cambio de color, como Elisa. Por tanto requiere un equipamien­to específico con lector de luz de quimiolumi­niscencia del que no disponen todos los laboratori­os.

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XAVIER CERVERA Servicio 24/7. La cadena automatiza­da de bioquímica del LRC ha trabajado a pleno rendimient­o durante a crisis
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XAVIER CERVERA Protocolo. Las muestras se recepciona­n en la zona de preanalíti­ca y se distribuye­n en las distintas áreas

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