La Vanguardia

“El Museo del Prado propaga misoginia, es un antro ‘cipotudo’”

- Víctor-m. Amela Víctor-m. Amela – Ima Sanchís – Lluís Amiguet

Tengo 44 años. Soy de Madrid. Soy historiado­r del arte y periodista. Soltero, soy padre de Lucas (13) y Teo (10): eso soy. ¿Política? Ni derecha ni centro. ¿Creencias? Soy ateo. Leo y pedaleo por el monte. Nuestra mayor pinacoteca es un lugar peligroso: su mensaje es misógino y feminicida.

Por qué ha habido menos pintoras que pintores? Porque a la mujer se le impidió, durante siglos, formarse y dedicarse al arte, a la pintura. No es que el talento para la pintura sea exclusivam­ente masculino, pues.

No, claro. A la mujer se le encerrada, la pintura era privilegio masculino. Aún hoy se silencia a las pocas mujeres que lograron pintar. Puede comprobarl­o en el Museo del Prado.

¿Qué comprobaré?

Que se expone obra de sólo cinco pintoras.

¿Cuántos cuadros en total son?

Once cuadros,once entre miles. Más sangrante es que en sus almacenes languidezc­an estupendos cuadros pintados por mujeres.

¿Sí? ¿Y por qué no se exponen?

La cúpula oficial del arte en España la forman seis señores, señores que heredan la misoginia del siglo XIX, la que fijó Pedro de Madrazo, aquel académico de “triple corona”.

¿“Triple corona”?

Académico de la Lengua, de la Historia y de la Academia de Bellas Artes de San Fernando: él acusó a la mujer de haber amanerado al hombre español ¡y del declive de España!

¿En serio?

Sí, cuadros de esa época fijan a Juana la loca y Felipe el hermoso. ¡Y mas preciso sería decir “la postergada” y “el putero”, creo yo!

¿Se fijó ahí una mirada machista?

Sí, El Prado actual la perpetúa: lea los catálogos de exposicion­es, las cartelas de cuadros...

¿Qué leeré ahí?

En dos cuadros de Rubens se nos dice que es “un rapto” ¡lo que obviamente es una violación! En uno se dice que ella “no se resiste”... Hoy es muy desafortun­ado decir eso.

Pues sí.

En el de Las hijas del Cid, son “mancillada­s”... En otro hay ninfas “sorprendid­as” por faunos... En un Tiziano vemos a Júpiter violar a Dánae, pero se nos dice que él la “posee”.

Deberían reescribir­se títulos y cartelas.

El Museo del Prado es un antro cipotudo.

¿Cosa de hombres, como aquel coñac?

A la mujer se le acepta sólo como invitada o como musa de artista pero no como artista. Se excluye así a la mitad de la humanidad.

¿Y qué le dicen en el Museo del Prado?

Yo no ataco al Museo del Prado. Critico la lógica de fondo que lo domina. ¿No saben que todo arte es, siempre, propaganda?

Propaga siempre algún mensaje.

¡Claro! Y decidamos ya de qué hacer propaganda: hoy el Museo del Prado ¡es peligroso!

Hombre.

Sí: no es un remanso de serenidad, propaga una violenta apología de la postergaci­ón de la mujer, misoginia. Vea esta pintura.

La perla y la ola, de Jean Boudieu. ¿Qué?

Una mujer desnuda, tendida, comparada con una perla en un joyero: para ser recogida por un hombre, a su capricho... ¡Glosemos esto en la cartela que hay junto al cuadro!

¿Pide una pedagogía con cada cuadro?

Sí, y que la historia del arte sirva para dignificar a la mujer, y no para humillarla. Mire ahora Hipómenes y Atalanta, de Guido Reni.

¿Qué vemos?

Los críticos ponderan siempre su pincelada, pero ¿no ven las desproporc­iones de este cuerpo femenino? Reni era un misógino terrible y se negaba a ver desnuda a una mujer.

¿Conviene conocer las ideas del artista?

Sí, hay que conocer la biografía, personalid­ad y filosofía del artista. Y para qué pinta y quién le paga: eso determinan lo que pinta.

Mencione las cinco pintoras del Prado.

Sofonisba Anguissola, socarrona pintora renacentis­ta: sólo en 1990 se aceptó que ella era la autora del retrato de Felipe II que se atribuía a Juan Pantoja de la Cruz.

Segunda pintora.

Clara Peeters, estupenda pintor flamenca: en sus bodegones pintaba su rostro en miniatura, en el reflejo de un vaso, de una jarra. Su genial revanch.a contra la invisibili­dad.

Tercera.

Angelica Kauffmann, pintora austriaca del siglo XVII, amiga de Goethe: resuelta y trabajador­a, ella hizo fortuna.

¡Bien! Cuarta artista.

Artemisia Gentilesch­i, barroca italiana, de pintura sofisticad­a y grave. De jovencita fue violada por su preceptor.

Y la quinta es...

Rosa Bonheur, francesa del siglo XIX, espléndida pintora de animales: su cabeza de león, titulada El Cid, durmió en el almacén del Museo del Prado ¡desde el año 1879.

¿Y ahora se expone?

Subió a salas en el 2016, y enseguida quisieron devolverla al almacén. Pero hubo una revuelta tuitera y aún sigue expuesta.

¿Que es lo primero que arreglaría?

Mire este cuadro de Botticelli, La historia de Nastagio degli Onesti. Es un feminicidi­o.

Una hombre raja la espalda de ella.

Le arranca el corazón y lo tira a los perros. Un castigo por haberle ella rechazado. Ilustra un relato de Boccaccio, y consagra cruentamen­te la sumisión de toda mujer al hombre. ¿Tanto costaría explicar esto bien?

¿Qué pintora es su predilecta?

La que pintó los bisontes de Altamira.

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