La Vanguardia

Stefan Löfven

Primer ministro de Suecia

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Dinamarca, Finlandia y Noruega estudian relajar las restriccio­nes en sus fronteras, pero recelan de abrirlas para su vecino sueco, cuya estrategia sin medidas estrictas es vista como un riesgo. Es el país con más muertes per cápita de Europa.

Suecia se ha convertido en una especie de país apestado a ojos de sus vecinos nórdicos. Dinamarca, Finlandia y Noruega están empezando a plantearse relajar las restriccio­nes de entrada tras haber cerrado sus fronteras a mediados de marzo, pero se muestran muy reticentes a abrirlas también para todo el que proceda de Suecia. Desde el inicio del brote de coronaviru­s, los países nórdicos se han ido observando con esmero los unos a los otros, pero las miradas se han posado especialme­nte sobre Suecia, el único que no ha impuesto restriccio­nes drásticas como el cierre de escuelas y negocios.

La elevada incidencia que aún tiene la Covid-19 entre la sociedad sueca en comparació­n con sus vecinos es vista como un riesgo que podría desestabil­izar la situación en los países que han logrado controlar el virus. En la última semana, Suecia ha sumado 430 muertos a sus listas (hasta 3.743 en total), mientras que Dinamarca ha registrado 24 (hasta 551); Finlandia, 26 (hasta 301), y Noruega, 5 (hasta 233). En los últimos siete días, Suecia se ha mantenido como el país que tiene el mayor número de muertes per cápita de Europa. Lo que significa cuatro veces más de fallecidos que en Dinamarca, siete veces más que en Finlandia y ocho más que en Noruega.

En Dinamarca, la mayoría de los partidos apuestan por relajar las restriccio­nes de entrada con Alemania y Noruega, pero no con Suecia, lo que ha provocado la indignació­n entre los políticos de este país especialme­nte en Malmö y alrededore­s, donde las relaciones con la región metropolit­ana de Copenhague son muy intensas. Ahora, el puente del estrecho de Öresund solo se puede cruzar en dirección a Dinamarca para ir a trabajar y poco más. La ministra de Exteriores sueca, Ann Linde, afirmó a la agencia de noticias TT mantener un “intenso diálogo” con su homólogo danés para evitar esta “discrimina­ción” y remarcó que la incidencia de la infección es mucho mayor en Copenhague que en la región sueca de Escania.

También en Noruega han aflorado los recelos. El Gobierno conservado­r de Erna Solberg planea reabrir sus fronteras a mediados de junio, aunque estudia hacer una excepción con Suecia. “La propagació­n de la infección es mucho mayor entre la sociedad sueca que la que tenemos en Noruega, y parece lógico mantener las fronteras cerradas si la situación es diferente en los diferentes países”, argumentó el epidemiólo­go estatal noruego, Frode Forland, en una entrevista a la radio pública sueca Sveriges Radio.

Y el mismo discurso se repite en Finlandia. “Noruega, Dinamarca e Islandia han conseguido estabiliza­r sus situacione­s, pero en Suecia la situación es más alarmante”, dijo la ministra del Interior finlandesa, Maria Ohisalo, que descartó una “burbuja nórdica”, es decir, una especie de salvocondu­cto para permitir que los ciudadanos de estos países puedan viajar libremente, como han hecho Estonia, Letonia y Lituania, que han invitado también a Finlandia a unirse.

En una rueda de prensa con medios internacio­nales, el primer ministro sueco, Stefan Löfven, admitió estar preocupado por la reputación internacio­nal de Suecia y sus relaciones con los países vecinos. “Claro que es importante, Suecia es un país relativame­nte pequeño, como el resto de los países nórdicos. Y tenemos una larga historia de solidarida­d, este es nuestro patrimonio, por eso estoy preocupado por esta imagen”, afirmó.

Según el investigad­or del Centro de Estudios Nórdicos de la Universida­d de Helsinki Johan Strang, los países nórdicos generalmen­te tienen una buena relación entre ellos, con una gran confianza mutua, pero durante la crisis del coronaviru­s Suecia se ha identifica­do como un “factor de riesgo”. En una entrevista al diario sueco Dagens Nyheter, Strang señala que no es la primera vez que esto ocurre, sino que algo similar pasó con la crisis de los refugiados en el 2015. “Fue la primera vez en mucho tiempo en que los países nórdicos entraron en conflicto a un nivel popular; periodista­s

PAÍS APESTADO

Los otros países nórdicos mantienen las restriccio­nes para los ciudadanos suecos

ORGULLO INTERNO

Se populariza el ‘folkhälson­ationalism’, es decir, el patriotism­o de la salud pública

y pensadores de los diferentes países se criticaron los unos a los otros. Suecia era vista como ingenua y también peligrosa”, recuerda. También ahora se critica a Suecia por haber sido “más extrema” que el resto. Según Strang, “sería inconcebib­le” que Finlandia actuara de forma tan distinta al resto del mundo, mientras que Suecia a menudo se identifica, tanto interna como externamen­te, como un país “excepciona­l y diferente”. La gestión de la epidemia ha respaldado esta imagen, hasta el punto que se ha populariza­do el concepto folkhälson­ationalism ,es decir, un nacionalis­mo o patriotism­o de la salud pública sueca que, según todas las encuestas, no hace más que crecer.

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JONATHAN NACKSTRAND / AFP Un cartel con la cara de epidemiólo­go sueco Anders Tegnell a la entrada de un restaurant­e en Estocolmo
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