Armstrong: “Empecé a doparme a los 21 años”
Uno de los grandes villanos del deporte se ofrece para un documental en dos partes y la industria se frota las manos. Lance Armstrong (48) se ha abierto ante ESPN, en un serial, Lance, que se emitirá en Estados Unidos los días 24 y 31 de mayo.
Cycling News, portal especializado, anticipó ayer la noticia. Emitió un tráiler de noventa segundos de la serie que satisfará los instintos más morbosos del ciclismo. Armstrong, ganador de siete Tours entre 1999 y el 2005, desposeído de todos ellos en el 2012, inhabilitado de por vida, se confiesa ante Marina Zenovich.
“Empecé a doparme a los 21 años –cuenta Armstrong–. Lo más fácil es decir que no estaba siguiendo las reglas. ¿Estábamos recibiendo inyecciones de vitaminas y cosas así a los 21 años? Sí, pero no era ilegal. ¿Siempre pregunté qué me dieron? Siempre supe lo que había en las inyecciones y siempre fui yo quien tomaba la decisión. Nadie me dijo: ‘No hagas una pregunta, te daremos esto y eso es todo’. Nunca lo habría aceptado. Pregunté, era cosa mía”.
Armstrong, epicentro de la “trama de dopaje más sofisticada en la historia del deporte”, según dijo en su momento la Agencia Estadounidense Antidopaje (Usada), admite que aquel dopaje de su primera juventud, programa que incluía el consumo de hormonas de crecimiento, podría haberle provocado el cáncer testicular que estuvo a punto de causarle la muerte en 1996, una enfermedad que ocupa el relato central de Mi vuelta a la vida, autobiografía publicada en el 2000.
“Hormonas de crecimiento y células. Cuando algo bueno necesita crecer, lo hace. ¿No tendría sentido que algo malo creciera también?”, se pregunta ahora Lance Armstrong, cuya confesión nos hace rebobinar hasta su victoria en el Mundial de 1993, triunfo del que no se le ha desposeído: el castigo retrocede hasta 1998, justo un año antes de que se vistiera de amarillo en los Campos Elíseos.