La última verdad de Roe
Una lluvia de dólares convirtió al icono del aborto en EE.UU. en activista provida
Se podía creer que ya se sabía todo de ella, pero tres años después de su muerte ha llegado el momento de actualizar los obituarios de Norma Mccorvey (1947-2017), más conocida por el seudónimo legal de Jane Roe.
La vida de esta mujer de Texas se podía resumir en varios flashes icónicos: la sentencia del Supremo que en 1973 legalizó el aborto en los 50 estados de EE.UU., su primera aparición en público en los años ochenta como protagonista del paradigmático caso, su participación en las grandes marchas proaborto, su bautismo en los noventa como cristiana renacida en una piscina de la mano de un pastor evangélico, su conversión a la causa antiaborto y luego al catolicismo...
La vida de Mccorvey –que creció al límite de la marginalidad, se casó con 16 años y tuvo tres hijas en pocos años fruto de tres relaciones diferentes, a ninguna de las cuales crió– fue aún más complicada de lo que sugieren estos hitos. Pero a esta historia –que demuestra una vez más que son las películas las que son iguales a Estados Unidos, y no al revés– le faltaba a un capítulo, un epílogo en forma de confesión en el lecho de muerte: su conversión a la causa antiabortista no fue genuina. Se cambió de lado simplemente porque el movimiento evangélico le pagó por hacerlo.
“Cogí su dinero y me pusieron delante de las cámaras para decir lo que tenía que decir”, cuenta Mccorvey en el documental AKA Jane Roe (También conocida como Jane Roe), que mañana se estrena en Estados Unidos en la cadena FX y Hulu, su plataforma de vídeo. “Lo hice muy bien. Soy una buena actriz. Por supuesto, ahora no estoy actuando”, asegura la mujer a las cámaras que la siguieron durante los últimos días de su vida, que pasó
La mujer, cuyo caso llevó a la legalización del aborto en EE.UU. en 1973, confesó antes de morir que la compraron
atada a una bombona de oxígeno.
El pastor evangélico Robert Schenck, que trabajó con Mccorvey en los noventa en la causa antiabortista, ha confirmado la veracidad de sus afirmaciones y lamentado la falta de ética con la que líderes religiosos como él explotaron las debilidades de una mujer con problemas de adicción a las drogas y el alcohol y una conflictiva relación con su homosexualidad. “Lo que hicimos con Norma fue totalmente inmoral (...). Se destapó el engaño”, afirma sorprendido porque la mujer fuera consciente de ello.
Como explica en su blog el pastor, cuya fe ha experimentado varias conversiones, el documental ofrece una versión mucho más turbadora de la verdadera Jane Roe. “Su nombre y su foto hacían caer una lluvia de dólares a mi grupo y otros, pero el dinero que le dimos fue modesto. Más de una vez intenté compensarlo con un cheque extra, pero nunca fue justo”, explica Schenck. La mujer habla de “donaciones desinteresadas” por valor de unos 450.000 dólares.
“El centro de la película es Norma”, una persona enigmática en medio de un tema tan divisivo como este, afirma su director, Nick Sweeney.
“Con un tema como este, las diferentes partes pueden tener la tentación de reducir a Jane Roe a un emblema o un trofeo pero detrás de eso hay una persona real con una historia real. Norma era increíblemente compleja”, insiste.
El documental profundiza en otra de las verdades incómodas de la mujer detrás de la famosa sentencia Roe contra Wade: cómo el movimiento proaborto también se apropió de ella. Su historia dividió al país. Cuarenta años después de la paradigmática sentencia, el aborto sigue siendo un debate abierto en Estados Unidos.