Podemos pugna por un tripartito con PSE y EH Bildu
Es la única alternativa real a la hegemonía del PNV en el País Vasco, y Podemos está más que dispuesto a explorarla. El partido morado ha intensificado con vistas a las elecciones del 12 julio su intento de formar un tripartito de izquierdas junto a EH Bildu y PSE, una fórmula que, sin embargo, para llevarse a cabo, debería superar un camino plagado de escollos que va desde Madrid hasta Vitoria.
El triunfo del sector afín a Pablo Iglesias en las primarias de la formación en la comunidad el pasado febrero supuso un giro total en su estrategia. Los morados pasaron de facilitar por primera vez unos presupuestos de Iñigo Urkullu a hacerle una oposición frontal. Y, sobre todo, a plantear sin complejos una alternativa al dominio del PNV mirando a abertzales y socialistas, estos últimos socios tradicionales de Sabin Etxea.
Es complicado que el PSE cambie de bando. Las repercusiones a escala estatal tanto dentro como fuera del partido serían inmensas. El galimatías montado en torno al pacto con EH Bildu para derogar la reforma laboral es solo una muestra del tornado que lo acompañaría. Hay otro ejemplo más cercano a Euskadi, el de Navarra. El pasado verano, los socialistas llegaron al Gobierno autonómico –que comparten Geroa Bai y Podemos– con la abstención de la izquierda abertzale, un voto en blanco que provocó una campaña de acoso y derribo de la derecha contra Pedro Sánchez y que se alargó durante meses. Eso solo con una abstención.
La suma del PSE al tripartito tendría otra consecuencia seria en Madrid, como es perder el apoyo de los seis escaños del PNV, socio preferente de la Moncloa. Siguiendo la hipótesis, la caída de estos votos jeltzales podría ser sustituida por los cinco escaños de EH Bildu, que ha entrado a competir en serio con el partido de Urkullu en cuanto a influencia en Madrid. Aun así, como se ha demostrado, respaldarse en el voto abertzale tiene un coste político y de desgaste para Sánchez en todo el Estado difícil de asumir. “El PSOE ya tiene suficientes problemas en España como para generarse más”, valoró ayer el presidente del PNV, Andoni Ortuzar.
De todas formas, el pacto a tres bandas de esta semana entre socialistas, morados y abertzales para derogar la reforma laboral, por encima de la guerra dialéctica causada, se ha interpretado en algunos sectores como un aviso a navegantes para el 12-J. La construcción de otras mayorías en Euskadi, sin embargo, se encuentra con muchas resistencias. Otra importante es la de la secretaria general socialista, Idoia Mendia, cuyo portal ha sido atacado esta semana con pintura por disidentes de la izquierda abertzale que llevan a cabo una campaña de sabotajes para protestar por la situación de un preso de ETA en huelga de hambre. “No podría compartir gobierno con un partido que no condena que me persigan hasta el portal de mi casa”, zanjó ayer Mendia en alusión a Bildu, al que acusa de tibieza a la hora de rechazar estas coacciones.
A pesar de la distancia entre miembros del hipotético tripartito, desde Podemos insisten en que trabajarán para acercar posturas, para lo que ponen de ejemplo el papel de su partido como “puente entre las dos orillas” de PSOE y EH Bildu para que firmaran la derogación de la reforma laboral.
La única alternativa real al PNV, una coalición de izquierdas, tiene muchos escollos en Madrid y Euskadi