La Vanguardia

Estado de alarma en la Fundació Miró

El centro pide a las administra­ciones que asuman la conservaci­ón de su patrimonio

- MUSEOS

No hay museo en el mundo que no haya sentido el impacto de la crisis, con resultados calamitoso­s para muchos de ellos. Según un estudio realizado por la Unesco y el Consejo Internacio­nal de Museos (ICOM), casi el 13% de los equipamien­tos artísticos no podrá reabrir después del cierre impuesto para la Covid19. Para el resto, el desafío es mayúsculo. Sobre todo en aquellos casos cuya superviven­cia depende en buena medida de la taquilla y cuya caída de visitantes se verá acentuada por las restriccio­nes de acceso y el desplome del turismo. Es el caso de la Fundació Miró, centro único en el mundo, creado a raíz de la importante donación que hizo el pintor a la ciudad de Barcelona en 1968, que pende de un hilo, sometido una vez más a los vaivenes del momento. “Estamos en una situación de extrema urgencia”, admite su director Marko Daniel, “pero creo que ya no se trata de remontar la crisis con una ayuda extraordin­aria, sino de repensar bien qué relación tiene la sociedad con su patrimonio y, en este caso, con un patrimonio que Miró regaló a la ciudad y es de todos”.

Por voluntad de Joan Miró, la Fundació Miró es una institució­n privada sin ánimo de lucro y vocación pública. Eran los últimos años del franquismo y el artista quiso preservarl­a así de injerencia­s políticas o de su posible instrument­alización “Pero la realidad es que somos y funcionamo­s como cualquier museo público. No tenemos ningún objetivo comercial”, insiste Daniel. Pese a ello, su presupuest­o anual (7,5 millones de euros en el 2020) depende en más de un 70% de sus propios recursos: venta de entradas, librerías, alquiler de espacios... De aquí a finales de año calculan que habrán dejado de ingresar 3,4 millones. “El modelo económico es muy precario, insostenib­le”, añade el director, que considera que ha llegado el momento de que las administra­ciones públicas asuman el coste de la conservaci­ón y preservaci­ón tanto de la colección como del edificio construido por el artista mano a mano con el arquitecto Josep Lluís Sert. Y pone sobre la mesa una cifra: 3,3 millones de euros, que es el coste anual que destina el centro únicamente en salvaguard­ar su patrimonio.

En el convenio firmado entre Joan Miró y el Ayuntamien­to de Barcelona en 1972, por el que la ciudad hacía la cesión por un periodo de 50 años de los terrenos de Montjuïc y se comprometí­a a aportar 15.000.000 de pesetas para la construcci­ón del edificio (los otros 15.000.000 corrieron a cargo de la Fundació) se especifica­ba que el consistori­o asumiría los gastos de conservaci­ón, reparación y mejora del edificio. Nada se decía sin embargo de los gastos derivados de la preservaci­ón de la colección donada por el artista (la totalidad de su obra gráfica y algunas pinturas), a la que más tarde se incorporar­ía otras obras de peso además del archivo y la biblioteca personal.

“La realidad es que son los visitantes, los turistas, los que durante estos 45 años han protegido nuestro patrimonio”, indica Daniel. “Pero el patrimonio no puede ser dependient­e de los vaivenes de la economía o de las fluctuacio­nes de público. No pedimos ser un museo 100% subvencion­ado, pero es urgente redefinir nuestra relación con las administra­ciones y hemos empezado a trabajar en ello: el coste de la Fundació Miró a puerta cerrada es de 3,3 millones anuales, cuando las aportacion­es públicas, 1,3 millones este año, no llegan ni a la mitad”.

Tampoco Barcelona parece haber estado a la altura del legado de Miró a su ciudad. Ni de los espléndido­s espacios construido­s por Sert o de sus exposicion­es temporales, muchas de ellas de una enorme calidad. De los 364.515 visitantes registrado­s el pasado año, un 3% más que el anterior, el 76,4% fueron extranjero­s. Y del 23.52% visitantes nacionales, solo un 6.72% (21.157 entradas) fueron de Barcelona ciudad. “Es perverso, pero parece que hayamos necesitado una pandemia para que los barcelones­es suban a Montjuïc. Nunca había visto tanta gente en sus jardines como estos días. La Miró es un gran lugar para el desconfina­miento, con espacios abiertos, tanto las terrazas como los patios interiores o los jardines. Un lugar donde encontrars­e con la naturaleza y la cultura. El arte nos puede ayudar a salir de la crisis y la fundación quiere ser una pieza clave en este proceso”.

El 10 de junio la Miró cumplirá el 45 aniversari­o de su inauguraci­ón a puerta cerrada. Como el resto de museos barcelones­es tiene prevista su reapertura para mediados de mes, y lo hará con la artista india Nalini Malani, último premio Joan Miró, cuya muestra estaba prácticame­nte a punto cuando estalló la crisis. No es la primer quebranto al que se ha enfrentado el centro a lo largo de su historia. La caída progresiva de visitantes entre el 2011 y el 2018, y un déficit acumulado de 450.000 millones, le llevó en el 2019 a despedir a siete trabajador­es.

Y hoy sería impensable una situación así, pero en 1989 la Fundació Miró pasó por el trago amargo de tener que vender en subasta parte de sus fondos (305 piezas) para enjugar el déficit que arrastraba a raíz

GASTO ANUAL

La conservaci­ón de la colección y del edificio suponen un coste de 3,3 millones de euros

45 AÑOSDE HISTORIA

“Son los visitantes, los turistas, los que han estado protegiend­o nuestro patrimonio”

LEGADO PÚBLICO

“Es un regalo que hizo Joan Miró a la ciudad y su legado nos pertenece a todos”

de las obras de ampliación y la implementa­ción de nuevas medidas de seguridad tras un robo sufrido un año antes. Se trataba de un conjunto de litografía­s, grabados y libros ilustrados de Joan Miró por el que se obtuvo una recaudació­n de 328 millones de pesetas.

En un gesto de generosida­d que tuvo mucho de llamada de atención sobre la vulnerabil­idad de un patrimonio que si no se cuida se pierde, el empresario y mecenas Antoni Vila Casas firmó el pasado diciembre un acuerdo de colaboraci­ón con la fundación por el que se comprometi­ó a aportar un millón de euros hasta el 2030, a razón de 100.000 euros al año para la restauraci­ón y puesta en valor de la colección del centro. Ese mismo mes se puso en marcha un nuevo proyecto de patrocinio: el Consell Miró, cuyos integrante­s –de momento hay dos– se compromete­n a aportar 50.000 euros durante cinco años.

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ÀLEX GARCIA Cumpleaños a puerta cerrada La Fundación Miró cumplirá el 10 de junio 45 años de la inauguraci­ón de su sede de Montjuïc. En la imagen, el edificio de Sert fotografia­do ayer sin las habituales colas de turistas

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