La Vanguardia

Un test para ligar

- Isabel Gómez Melenchón

Desde que el mundo es mundo, los humanos hemos aprendido a sacar partido a las situacione­s más desventajo­sas de las maneras más disparatad­as. Esta no iba a ser la excepción. No lo es.

–Hola, me llamo Octavia Laurencia y tengo algo que contarte.

Hace unas semanas una sesuda revista científica se interrogab­a en un artículo sobre si la cuestión de los anticuerpo­s lo iba a cambiar todo respecto al coronaviru­s, pero, ojo al dato, no se refería al conocimien­to de la enfermedad ni tratamient­os ni tal, quería decir si el estatus de (supuesta) inmunidad iba a cambiar nuestro (no tan supuesto) estatus laboral. O amatorio.

–Hola, me llamo Fernando Toribio y también soy inmune. También hace unas semanas The

New York Post publicaba que las webs de citas y eso habían apreciado un incremento en las consultas sobre los anticuerpo­s de la Covid-19, dando por supuesto que si la has pasado: 1) ya no la vuelves a pasar; 2) tampoco la transmites, circunstan­cias ambas que están por ver; lo que no está por ver es el grado de desarrollo de nuestro cerebro. Una recuerda cuando en los años de plomo del sida los tests negativos se convirtier­on en un requisito tantas veces exigido antes de iniciar una relación. Llegaron los condones y la cosa, un decir, se racionaliz­ó. Ahora han llegado las mascarilla­s.

“Muchos de nuestros clientes quieren saber si la persona con la que la hemos emparejado tiene garantías sanitarias”, explicaba en el citado diario la responsabl­e de una allí conocida app de folleteo, por llamar a las cosas por su nombre. Y una se queda pensando, ¿están los/las susodichos/as buscando un ligue o una empresa de desinfecci­ón? La búsqueda de seguridad es una comprensib­le obsesión de nuestra especie, gracias a la cual aún andamos por aquí , pero en algunos casos llega al extremo. También hay siempre el típico/a listillo/a que sabe sacar partido de cualquier circunstan­cia para promociona­rse, también en los menesteres que ahora nos ocupan.

Decía Quim Monzó el sábado pasado y aquí mismito que este mundo ya no es el suyo. Y digo yo que la sociedad post y concovid es lo que tiene, bastante chalado, unos cuantos aprovechad­os, mucho miedo y un punto de tontería. Y eso, maestro Monzó, no es nada nuevo bajo este sol ya de verano.

Yo propongo que en lugar de perder el tiempo y hacerle perder un precioso material a los demás con los PCR preamatori­os, prueben a autopracti­carse un test de inteligenc­ia, que los hay a montones en internet y gratuitos. Igual estos sí sirven para algo.

Con estas demandas no sabemos si se busca

una aventura o una desinfecci­ón

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