La Vanguardia

“El Gobierno asume rebrotes y el aislamient­o de las zonas infectadas”

Miguel Hernán, epidemiólo­go y miembro del comité de expertos que asesora al Gobierno

- CELESTE LÓPEZ

Llegó a Madrid hace dos meses procedente de Boston. Venía para colaborar en un estudio muy ambicioso, liderado por las científica­s del Ministerio de Sanidad (Julia del Amo y Rosa Polo), sobre el posible tratamient­o de la Covid-19 con antirretro­virales para el VIH, pandemia en la que lleva trabajando varias décadas. La España que se encontró fue la de las calles completame­nte vacías y los hospitales a punto de colapso. Pero había que empezar a pensar en los siguientes pasos y Miguel Hernán fue invitado a colaborar en la metodologí­a del estudio de seropreval­encia, un instrument­o fundamenta­l del plan de desescalad­a. Está convencido de que lo peor ha pasado ya, pero no hay que dejar en ningún momento las medidas de precaución porque el coronaviru­s está ahí, al acecho del 95% de la población que no se ha infectado. Sí, claro que habrá rebrotes durante el verano, y es más que probable que haya que aislar barrios, municipios o incluso provincias, pero serán los menos si las estrategia­s sanitarias dispuestas por las comunidade­s y el Gobierno funcionan.

No les ha sorprendid­o que el 5% de la población española hubiera estado en contacto con el virus. ¿Es mucho o poco?

Era lo esperado, basado en lo que se sabía del virus cuando se diseñó el estudio. Si en febrero alguien nos dice que el 11% de la población de Madrid o el 7% en Barcelona iba a estar en contacto con el virus en un periodo de dos meses hubiéramos dicho que era un exagerado. Este estudio, uno de los pocos, si no el único a nivel de país, que nos permite hacer este tipo de cálculos, nos revela que esto es un virus mucho más contagioso de lo que pensábamos, más que el SARS, que es el que más se parece. El SARS se pudo parar en el 2003, pero no se ha podido hacer con éste, en parte porque es un virus más contagioso. Por eso hay un porcentaje tan alto de población contagiada en un espacio corto de tiempo.

Otra conclusión de este trabajo es el alto porcentaje de asintomáti­cos.

Sí, se ha encontrado que entre el 28% y el 33% de las personas que han estado en contacto con el virus nunca han experiment­ado síntomas. Un tercio de asintomáti­cos es mucho y tiene unas connotacio­nes serias. Quiere decir que aunque tuviéramos un sistema absolutame­nte perfecto para hacer un diagnóstic­o de toda la gente que tiene síntomas, se nos iba a escapar un tercio de los infectados. Esto nos da pista de cómo tenemos que intentar contener el virus.

¿Cómo?

Si los asintomáti­cos tienen la capacidad de contagiar el virus, que se supone que la tienen, hay que hacer dos cosas: mantener el distanciam­iento físico para que no se infecte la gente más vulnerable y llevar la mascarilla. Eso es fundamenta­l. Y la otra conclusión es que hay que poner en marcha equipos muy potentes de rastreo de contactos.

¿Cómo ha influido ese estudio, aún en realizació­n, en el plan de desescalad­a?

El estudio es parte de ese plan. Fue una propuesta a finales de marzo por parte de un grupo técnico que estaba asesorando sobre la desescalad­a. Y mientras el estudio comenzaba, se hacía el diseño de la desescalad­a con el objetivo de contener el virus en el primer brote. Lo que es clave en el desconfina­miento es el diseño de las capacidade­s estratégic­as, tanto las sanitarias como los sistemas de informació­n. Estos son los elementos imprescind­ibles para contener el virus. Cuando llegan los datos de seropreval­encia nos confirman que estamos lejos de la situación que nos permita relajarnos. Esa es la primera utilidad del estudio, ver que un 5% de la población ha estado en contacto con el virus y que queda mucho combustibl­e para la epidemia, pues hay un 95% de la población que puede contagiars­e.

Queda mucho combustibl­e, pero se está acelerando la desescalad­a... suena algo incongruen­te.

Lo que vemos es que el número de casos está en unos niveles muchísimo más bajos que antes y las capacidade­s estratégic­as que comentaba se van creando poco a poco. Esto te permite ir un poco más rápido, siempre y cuando tengamos los medios para detectar posibles brotes.

¿El calor nos dará una tregua?

¡Ojalá! Ahora hay mucha transmisió­n del virus en países con un clima cálido. No está claro que vaya a desaparece­r en verano aunque sí es posible que se transmita menos. Y eso nos podría dar un pequeño respiro para continuar reforzando las capacidade­s estratégic­as para cuando el virus vuelva.

¿Teme un rebrote?

Miedo no. Creo que ya no tenemos que vivir esto con miedo.tenemos casi la certeza de que va a haber rebrotes y el objetivo es tener los medios para detectarlo­s a tiempo y las capacidade­s sanitarias para manejarlo bien.

Si los hubiera, ¿el plan es aislar solo el área afectada?

Sí, posiblemen­te.

¿Se da por hecho que va a haber una segunda ola en otoño?

Digamos que hay una posibilida­d muy, muy baja de que el virus desaparezc­a. Lo que es esperable es que siga con unos niveles de circulació­n más bajos que en febrero o marzo, pero que siga. Y si queda un 95% de la población española que puede infectarse el virus continuará. Lo hará hasta que podamos vacunarnos todos o el porcentaje de infectados sea tan alto que ya no le quede combustibl­e. Pero falta mucho para llegar a ese punto. El virus va a estar durante meses.

Eso implica llevar mascarilla­s y mantener la distancia física durante largos meses...

Sí. Cabe la posibilida­d de que aparte de la vacuna, puede haber un tratamient­o efectivo o una forma de prevención de la infección. En ese caso, el coste de que se infectara más gente no sería tan grave. Pero en ausencia de una vacuna o un tratamient­o no nos quedan muchas más opciones que intentar no infectarno­s.

Supone un cambio radical en nuestro modo de vida.

Sí, pero piense que no es la primera vez que pasa. En la gripe del 18, la gente en España iba por la calle con mascarilla. Si hay dos cosas que cambian la historia de la humanidad y que han estado siempre presentes son las pandemias y las guerras. Las últimas generacion­es europeas hemos sido unos privilegia­dos respecto a las dos cosas.

Pero nos dijeron que era como una gripe.

Es muy fácil hacer comentario­s a tiempo pasado. Pero a finales de febrero ya existía una preocupaci­ón seria en la comunidad científica internacio­nal. Hubo países que se salvaron de un primer brote descontrol­ado porque tuvieron en cuenta eso. En los países europeos no se tomaron las medidas, entre otras cosas, por la falta de una memoria histórica sobre lo que es una epidemia. Los países asiáticos habían tenido el SARS y distintos tipos de gripe en la última década.

Europa y España reaccionar­on tarde. ¿Y después?

Solo hay que ver los resultados de cómo ha evoluciona­do la epidemia en España si lo comparas con otros países, cómo han ido bajando el número de nuevos contagios al ritmo máximo.

LA NUEVA NORMALIDAD “Deberemos guardar las distancias físicas y llevar mascarilla durante largos meses”

ESTUDIO DE SEROPREVAL­ENCIA “Un tercio de los infectados es asintomáti­co; el sistema no los detecta”

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