Un gran señor de la radio
Nos acaba de dejar a Xavier Foz a la edad de 83 años. Muchos lo recordarán por su papel en el programa de TVE de finales de los años ochenta, Tribunal Popular, un juez benevolente y socarrón que intentaba poner paz entre los dos contrincantes, el defensor, Ricard Fernàndezdeu, y el fiscal, Javier Nart, aunque alguna vez no lo consiguiera. Xavier Foz, sin embargo, fue fundamentalmente un hombre de radio.
A Foz, que tenía una voz privilegiada, le gustaba explicar que actuó ante un micro por primera vez a los diez años. Pertenecía a la vieja escuela de Radio Peninsular, donde entró en 1958. Su carrera se desarrolló en RNE en Catalunya hasta 1987.
Allí, dirigió programas como El món roda. Estuvo en esta emisora donde vivió la aventura del paso del franquismo a la democracia, no sin sufrir algunas represalias que explicaba décadas después en su libro Sense embuts. Confesió d’un periodista
(Planeta 2003).
Fue jefe de Informativos y después director de RNE en Catalunya entre el 1983 y 1987. Era un equipo innovador, sin complejos, abierto a nuevas generaciones, con el también desaparesiempre cido Joan Ramon Mainat, junto con Ramon Fornós y Pep Caballol, entre otros. Ampliaron a 24 horas las emisiones de Ràdio 4. Somos muchos los profesionales que le reconocemos su maestría y que agradecemos que, en aquellos momentos, nos abrieran los estudios con tanta generosidad como lo hizo Xavier Foz.
Periodista en estado puro, estuvo en primera línea informativa. En la jornada histórica del retorno del presidente Josep Tarradellas, Xavier Foz vino en avión con él. Y le preguntó “President, ya sabe qué dirá?”..”no, no..” contestó Tarradellas. En medio de un despliegue nunca visto, con más de 30 puntos de conexión, entre otros con Antoni Serra, Montserrat Minobis, Joan Albert Argerich y Enric Frigola en la emisora, Foz fue preparando a la audiencia desde arriba del Palau, hasta que Tarradellas dijo la famosa frase “Ja sóc aquí”.
Hombre de una gran cultura y de un saber proverbial, su finísimo sentido del humor desmentía un ademán imponente, serio, que unido a su envergadura provocaba, de entrada, mucho respeto. Sus maneras, aparentemente imperturbables, y un punto de ironía, ayudaban a la tranquilidad general de la redacción, recuerda la profesora Rosa Maria Quitllet.
Una vez dejó los cargos, volvió a pie de micro, pasó a asumir el programa El Gran Matí. Su pareja en antena en aquel momento Rosa Maria Puig-serra nos remarca: “Xavier Foz era un profesional espléndido, pero sobre todo destacaba por su magnífica calidad humana.”
Nuestro reconocimiento a este gran señor de la radio.