La Vanguardia

Foucault y sus sombras (VIII)

- Josep Maria Ruiz Simon

En las navegacion­es ideológica­s también se suele recurrir a los prácticos para que conduzcan las embarcacio­nes que quieren atracar. A finales de los 70, cuando apenas rondaba la treintena, Pierre Rosanvallo­n, ya llevaba unos años representa­ndo este personaje (que luego ha interpreta­do en otros escenarios) como intelectua­l orgánico del sindicato CFDT. En 1976 había debutado con L’âge de l’autogestio­n, una obra que explotaba el marco mental “libertario” abierto por el Mayo del 68 usando inflaciona­riamente el concepto ambiguo de autogestió­n como un remolcador que había de conducir la izquierda a los amarres de los muelles destinados a la descarga de las funciones económicas y sociales que entonces atribuían al Estado tanto la socialdemo­cracia como el Partido Comunista Francés. Y en 1977 había escrito, con Patrick Viveret, Pour une nouvelle culture politique, una especie de manifiesto de la denominada “segunda izquierda”, en que se encuadraba la CFDT, que tenía como líder al eterno rival de Mitterrand, el socialista Michel Rocard, del PSU, que, en un discurso pronunciad­o en Nantes ese mismo año, había contrapues­to a la vieja cultura de la izquierda jacobina, estatalist­a e intervenci­onista del programa común del mitterrand­ismo, otra izquierda, la suya, desestatiz­adora, descentral­izadora, autogestio­naria y basada en la sociedad civil.

Tras leer este último libro, Foucault escribió una carta a Rosanvallo­n, en que le explicaba que le había “gustado e interesado tremendame­nte”. Y su trayectori­a intelectua­l durante esos años, en que colaboró en varias iniciativa­s o propuestas del CFDT, como los actos de apoyo a los sindicalis­tas

Rosanvallo­n usaba la autogestió­n como un remolcador para llevar la izquierda hacia nuevos amarres

polacos de Solidarida­d (1981) o la entrevista sobre la seguridad social con Robert Bono (1983), tiene mucho que ver con su afinidad con el proyecto de esta nueva cultura política. A los lectores que recuerden la prolongada influencia del denominado “efecto Rocard” sobre el núcleo del socialismo catalán provenient­e del Font Obrer de Catalunya (FOC), que tenía a Narcís Serra, Pasqual Maragall, Isidre Molas o Josep M. Vegara como caras más conocidas, les resultará fácil poner un perfil a esta cultura que, como el viejo PSC fundado el 1976, empezó la singladura que lo llevó hacia el mainstream de la economía política finisecula­r bajo la bandera del socialismo autogestio­nario.

El mismo año en que se dictaron las lecciones sobre el nacimiento de la biopolític­a, Rosanvallo­n publicó Le capitalism­e utopique. Critique de l’idéologie économique (1979), su tesis, sobre los orígenes del liberalism­o, dirigida por Claude Lefort, que Foucault describe, en el resumen del curso, como un “libro importante”. Su importanci­a para Foucault tenía que ver sobre todo con las reflexione­s que aportaba para la conexión del socialismo con la tradición política liberal. Este también era el tema subyacente de su curso al College de France de 1978-9. Y continúa siendo uno de los temas de nuestro tiempo, profundame­nte marcado por los cortocircu­itos que ha provocado la manera en que los partidos socialista­s europeos acabaron llevando a cabo esta conexión.

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