Montse Úbeda
Librería Ona
La librería Ona ha regresado donde nació, el Eixample, con un fascinante local repleto de arte y hasta de una acogedora biblioteca. Comandada por Montse Úbeda, pretende convertirse en un gran punto de encuentro de la literatura catalana.
Un templo. Una catedral laica para los libros. Una basílica moderna de visita obligada que en vez de frescos de Giotto o lienzos de Veronese tiene en sus casi mil metros cuadrados de la calle Pau Claris obras de Damien Hirst, Rogelio López Cuenca, un Gernika dibujado a la manera de Jackson Pollock o escritos y dibujos de Bob Dylan. Y, como en todo templo que se precie, en la nueva y espectacular librería Ona no puede faltar un tótem: una gran escultura inflable de Guillermo Basagoiti. Una espectacular forma negra poderosa, rebosante, en la que enormes cámaras neumáticas de ruedas de camión se entrelazan unas dentro de otras creando sensación de plenitud desbordante, de icono primigenio de la fertilidad. O del origen de todas las cosas. Un icono suspendido junto a las cajas de Ona, que acaba de volver al Eixample en el que nació y que quiere ser un gran punto de encuentro para la literatura catalana.
En las cajas, lesionada de un pie, está sentada Montse Úbeda, alma de esta librería que vende libros en catalán y que ya lo hacía en el franquismo. La histórica Ona abrió en 1962 en la Gran Via y Úbeda la dirigió la última década, hasta su cierre en el 2010. En el 2013, recuperó la llama abriendo una pequeña Ona en Gràcia y este lunes, de la mano del empresario Tatxo Benet y su inversión fabulosa, ha regresado a pocos metros de la librería original con un espacio de ensueño. Biblioteca con sala de lectura y actos –la Bookeria, con mesas de madera y sillas de mimbre–, streaming, espacio para libros de artista –el lunes ya reservaron uno fabuloso de Plensa–y primeras ediciones, áreas para niños con videomappings de barcos piratas, arte por todas partes... “Estoy espantada”, sonríe ante la magnitud, “es un espacio magnético, para experimentar cada tramo, pero cálido, como busco siempre”.
Una inversión ingente y un espacio diseñado por Mediapro Exhibitions han permitido el milagro de convertir una antigua auditoría al lado del paseo de Gràcia en lo que Úbeda define como “el legado de Tatxo Benet al país”. Un espacio icónico con miles de libros en catalán en el que poder encontrar novedades y también fondo. “Es un lujo”, reconoce Úbeda, que añade que está muy cansada de tener que justificar que sólo venda libros en catalán: “No tengo problema con ninguna lengua, pero no quiero que minoricen la mía”. Ahora puede desplegar toda su riqueza en un espacio que parece, sonríe, “un MOMA” y en el que los elogios son unánimes.
Cumpliendo su función de templo, Dolors, que ha comprado un libro de Xavier Bosch, dice que “el espacio da paz”. Mei, que ha adquirido novelas de Irene Solà y Kaouther Adimi, está fascinada por los espacios y la luz, y se declara fan de la Bookeria. Aleix, que ha comprado La ira de Raül Garrigasaït y Les hores de Pla, dice que transmite “gran sensación de tranquilidad” y concluye que los libros sean en catalán “es una reivindicación de nuestra cultura, el catalán no es una lengua normalizada aunque la tratemos como tal. Esta Ona es una gran apuesta”.
Montse Úbeda dice que la nueva Ona es “como un Moma” y “el legado de Tatxo Benet al país”