Una propuesta que beneficia a España
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, propuso ayer al Parlamento Europeo la creación de un fondo de recuperación de 750.000 millones de euros para que Europa salga de la crisis del coronavirus. Entre las demandas de los países del sur, de transferencias a fondo perdido, y las exigencias de los estados frugales del norte (Austria, Dinamarca, Suecia y Países Bajos), partidarios de un fondo limitado con préstamos con condiciones estrictas, el Ejecutivo comunitario ha hecho una propuesta ambiciosa sin precedentes y plantea que 500.000 millones serán en subsidios y 250.000 millones, en préstamos. Con esta decisión la Comisión busca un compromiso que evite que Europa se hunda en la asimetría y aumenten las diferencias norte-sur.
La propuesta comunitaria recoge el planteamiento del plan franco-alemán de distribuir 500.000 millones en transferencias a los países más afectados por la pandemia para inversiones y reformas. La UE se plantea el mayor paquete de fondos europeos de su historia, que se financiará con deuda común europea mediante subvenciones a fondo perdido para no aumentar la deuda de los países más afectados. Esta deuda se pagará a largo plazo, entre 8 y 30 años, y la Comisión quiere que el reembolso venga de crear nuevos impuestos europeos para así evitar que los estados aumenten sus contribuciones directas, una línea roja para los países frugales. Entre estos nuevos recursos propios estarían los ingresos por comercio de emisiones de CO2, un impuesto al plástico y la llamada tasa Google para los gigantes tecnológicos. También va vinculado este fondo al nuevo presupuesto comunitario 2021-2027 que aprobó ayer la Comisión por importe de 1,1 billones de euros.
El fondo tiene tres patas. La primera –el 90% de los recursos–, para apoyar inversiones de los países para modernizar sus economías con proyectos para la transición ecológica y digital. Para acceder a esos recursos cada Estado deberá presentar sus planes nacionales de inversión y reformas a Bruselas. Por tanto, habrá condicionalidad, pues deberán ser aprobados por la Comisión y por parte de los países miembros. La segunda pata va dirigida a incentivar la inversión privada y recapitalizar empresas para evitar que inversores extranjeros se hagan con sectores estratégicos en Europa. Y la tercera pata financiará programas de salud. Este fondo de recuperación se suma al plan de créditos de 540.000 millones que el Eurogrupo aprobó en abril y ratificó el Consejo Europeo y que prevé créditos de 240.000 millones del mecanismo europeo de estabilidad (MEDE), 200.000 millones para mantener el empleo y 100.000 millones en garantías del BCE para financiar pymes.
Italia y España son de largo los países más beneficiados con esta propuesta. Nuestro país recibiría 77.000 millones en ayudas a fondo perdido y 63.000 millones en préstamos. Para España este fondo, con dos de cal y una de arena, es una señal esperanzadora y una cierta compensación para mantener un mercado interior que mayoritariamente beneficia al norte y que, sin esas ayudas, podría saltar por los aires.
La propuesta de Von der Leyen ha sido bien acogida en Madrid –“recoge muchas demandas españolas”– y en Roma –“excelente señal”– y criticada en La Haya –“tenemos posiciones muy distantes”. La disputa viene de lejos y subirá de tono las próximas semanas. La Comisión ha hecho encaje de bolillos entre préstamos, garantías y ayudas para que todas las partes se sienten a negociar. Para que su plan salga adelante hace falta la unanimidad de los Veintisiete –habrá un Consejo Europeo el 19 de junio– y la aprobación de la Eurocámara y de los parlamentos de muchas capitales.
Si todo va bien, el dinero empezaría a llegar en enero, pero algunos estados quizá lo necesiten mucho antes, por lo que se podría disponer de 11.500 millones en septiembre.
Dos tercios de los 750.000 millones que la Comisión Europea propone movilizar
son transferencias