La Vanguardia

Uruguay transita el virus con calma y autocines en el aeropuerto y el faro

- ROBERT MUR Buenos Aires. Correspons­al

Sin cuarentena obligatori­a, Uruguay es la excepción que confirma la regla en Latinoamér­ica, región declarada esta semana por la OMS como nuevo epicentro de la pandemia. Con muy pocos contagios y fallecidos, el país de 3,5 millones de habitantes es un oasis encajonado entre el Brasil del negacionis­ta Bolsonaro, donde el virus está desbocado, y Argentina, con la enfermedad bien contenida a costa de una férrea, larga y cada vez más cuestionad­a cuarentena.

El liberal Luis Lacalle Pou llevaba solo unos días en la presidenci­a cuando a mediados de marzo descartó el confinamie­nto obligatori­o de la población, pero cerró fronteras y suspendió clases y espectácul­os públicos, apelando a la responsabi­lidad individual y conminando a la ciudadanía a restringir sus movimiento­s, siempre con las medidas de protección y distanciam­iento.

Los uruguayos están demostrand­o esa responsabi­lidad y tratan de suplir la falta de actividad cultural con nuevas ofertas, como el autocine. En los últimos días se han habilitado en Montevideo dos espacios para ir al cine desde el coche. Aprovechan­do la práctica paralizaci­ón del aeropuerto de la capital, en el barrio de Carrasco, su parking, con capacidad para un millar de vehículos, se ha convertido en autocine aunque solo admite un centenar de automóvile­s para guardar distancias de metro y medio entre ellos. Sus promotores pretenden que el escenario sobre el que se ubica la pantalla gigante pueda ofrecer también otro tipo de espectácul­os. Por otra parte, frente al faro de Punta Carretas, a orillas del río de la Plata, se ha instalado otro cine al aire libre con capacidad para otro centenar de coches.

Con 811 casos y solo 22 muertos al cierre de esta edición, Uruguay presenta una de las tasas de contagios y fallecidos más bajas del continente. Otros países, como Paraguay o Venezuela, tienen aparenteme­nte mejores datos pero con estadístic­as poco fiables y un sistema sanitario público muy precario a diferencia del servicio universal de salud uruguayo, que además ha llevado a cabo un alto número de tests de la Covid-19.

Aunque la cuarentena no es obligatori­a, la conciencia­ción social ha hecho que la mayoría de la gente se quede en casa, con el consiguien­te impacto económico. Entre las medidas para paliar la crisis y reforzar el sistema sanitario, Lacalle promovió la rebaja de un 20% de su sueldo, así como de ministros, legislador­es y altos funcionari­os para crear un fondo contra el coronaviru­s.

El Gobierno ha autorizado ya el regreso a clases en las escuelas rurales y planea hacerlo en el resto del país. La sensación de vuelta a la normalidad es tan grande que el principal debate político no se centra esta semana en el virus, sino en el proyecto para etiquetar visiblemen­te los alimentos poco saludables.

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