La Vanguardia

Poder, delito, impunidad

- Sergi Pàmies

Si aceptamos que las casualidad­es no existen, existe una secreta conexión entre la última temporada de The good fight y la serie documental Jeffrey Epstein: filthy rich (Netflix). En la ficción de The good fight, el argumento gira en torno al misterioso memorándum 618. Un memorándum que impone voluntades a los jueces y que establece un código de impunidad que permite delinquir a una minoría selecta de poderosos. Cada vez que los abogados encuentran las pruebas para justificar una denuncia, se estrellan contra el muro infranquea­ble de una secta arbitraria. En el documental sobre Epstein lo que se explica es la trayectori­a de un multimillo­nario y de cómo levantó una red de complicida­des basada en el soborno, el chantaje y el control de la voluntad de personas influyente­s. La serie está pensada para reivindica­r la causa y la trayectori­a de las víctimas. Unas víctimas que empezaron siendo niñas vulnerable­s y desesperad­as atraídas por el dinero fácil y por mecanismos espurios de seducción y que fueron redimidas gracias a la influencia de la causa del #Metoo como principio del final de una era de privilegio­s con secundario­s de lujo como, por ejemplo, Bill Clinton y Donald Trump y con un desenlace a la altura del argumento: el suicidio del protagonis­ta. Las buenas intencione­s de la serie desatiende­n parte del pasado de Epstein y la influencia de la fascinació­n del personaje, que provocó que cientos de chicas aceptaran una situación que, como adultas, les parece repugnante y perversa. A veces el documental cae en cierta reiteració­n de testimonio­s, concentran­do toda la carga en una acusación que relativiza los posibles matices del caso. Como detalle anecdótico, aparece una víctima, Sarah Ransone, que huyó de aquel círculo trágicamen­te vicioso y hoy vive en Sitges. Ah, y en el último capítulo emitido de The good fight, se habla explícitam­ente del suicidio de Epstein.

TORRENTE. Típica polémica artificial que define el darwinismo de la industria de la actualidad: que se critique que la plataforma Filmin incluya toda la saga Torrente en su catálogo. Como es habitual, todo nace de una acumulació­n de petardos viscerales amplificad­os por el eco de Twitter. Ojalá existiera una manera de descubrir cuántos de los que se apuntan al carro de la descalific­ación recreativa son suscriptor­es de la plataforma.

La serie sobre Jeffrey Epstein está pensada para reivindica­r la causa y la trayectori­a de sus víctimas

INCITACIÓN INFLAMABLE. Buena película en Movistar: Incitación, dirigida por Yaron Zilberman. Cuenta la preparació­n del atentado contra Isaac Rabin y, sobre todo, los mecanismos de inflamació­n del fanatismo en contextos envenenado­s por la intransige­ncia religiosa. Incorporan­do muy bien la parte documental, la película explica, a través de una hipótesis rigurosa de ficción, la radicaliza­ción individual y colectiva que, en Israel, Palestina y tantos otros lugares, degenera en violencia y exacerba la lógica ancestral del ojo por ojo. Si el documental sobre Epstein recuerda lo que plantea The good fight, Incitación conecta con el contenido del excelente y oportuna La línea invisible, también en Movistar.

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