La Vanguardia

Salvador Sans

Empresario

- LUIS BENVENUTY

Salvador Sans, Lluís Estrada y Joan Guasch son los tres emprendedo­res que tras más de un año de trabajo harán posible mañana mismo la reapertura de la histórica pastelería Brunells de la calle Princesa de Barcelona.

La histórica pastelería Brunells reabrirá mañana sus puertas, en la calle Princesa, en su viejo local de toda la vida, en mitad de esta pandemia. Como en una edificante película de Frank Capra (Qué bello es vivir), como en una apocalípti­ca película de Danny Boyle (28 días después). Pero de verdad. Los cruasanes con cuernos de manteca de cerdo regresan así a este lado de la Via Laietana. Se trata de una historia muy extraña, a ratos inquietant­e ¿a quién se le ocurre apostar en estos tiempos por los cruasanes de manteca de cerdo?, ¿y por reabrir un negocio emblemátic­o en un terribleme­nte desangelad­o centro de Barcelona?

El caso es que el padre de Salvador Sans nació enfrente del número 22 de Princesa, y los pasteles preferidos de los abuelos del ahora responsabl­e de Cafés El Magnífico eran los conocidos como las Saras, y la verdad es que la posibilida­d de que el establecim­iento acabara acogiendo un negocio de carcasas de teléfonos móviles le hacía daño en el corazón. “La Sara es un pastel originario de Barcelona, un bizcocho de crema de mantequill­a y almendras laminadas –agrega el empresario, recreando otra vez los sabores de su infancia–. Yo jugaba al fútbol en estas calles... mis padres se casaron en Santa Maria del Mar...”

La Brunells data más o menos de mediados del XIX. Fue una tienda de chucherías de la época (peladillas), después una panadería y al poco de terminar la guerra una pastelería de toda la vida. “Mi abuelo era un visionario y lo transformó todo.

Pero la verdad es que nosotros, los hijos de mi padre, teníamos otros caminos en la vida –dice Narcís Brunells–, así que cuando mi padre dejó el negocio, hace más de 25 años, se lo dejó a los trabajador­es, que montaron una cooperativ­a”. El contrato que suscribier­on terminó en el 2018, y los cooperativ­istas prefiriero­n jubilarse. “Un par de franquicia­s nos ofrecieron cheques en blanco. Pon el precio del alquiler, nos decían... ¡el que quisiéramo­s! Pero no queríamos que el negocio de la familia acabara de este modo, de cualquier manera”.

Y un día, hace más de un año, Salvador, el cafetero, así en plan tentando la tentación, de ese modo en que los iluminados tratan de ganar adeptos a sus empresas, le dijo al pastelero Lluís Estrada, de la pastelería Canal, que la Brunells estaba cerrada, que el local de la vieja pastelería estaba libre... y Lluís, dejándose tentar, por la historia, la tradición y un modo de hacer pasteles a la vieja usanza ya en desuso, le dijo a su tío que fuera allí a echar un vistazo, y entonces su tío se encontró con Narcís enseñándol­e el local a Dios sabe quién, y luego los dos se pusieron a hablar, como quien no quiere la cosa, de pasteles...

Y aquella misma noche Salvador, Lluís y Joan Guasch, el que le lleva la comunicaci­ón y la promoción a Lluís, quien hasta ahora no había salido en estos párrafos, pero que también está en la empresa, pues escribiero­n una propuesta, una cosa muy sencilla, apenas un folio y medio, lo justo para decir que querían restaurar y modernizar este establecim­iento para hacer lo mismo que allí habían hecho durante cerca de un siglo. “Aquella propuesta fue música para mis oídos –recuerda

La nueva dirección recupera el cruasán de manteca de cerdo que otrora popularizó el negocio

La familia propietari­a rechazó grandes ofertas y se dejó convencer por un respetuoso proyecto

Narcís–. El dinero es muy importante, pero no lo es todo en la vida”.

Y Salvador, Lluís y Joan subrayan que si no hubiera sido por todas las facilidade­s que durante el último año les dio la familia Brunells no habría sido posible restaurar la pastelería respetando todos sus elementos protegidos, modernizar sus maltrechas instalacio­nes, reabrir mañana. “Con discreción, tranquilam­ente, poco a poco... y a medida que avance la desescalad­a, pues le iremos dando más bombo a la reapertura”. “Es un momento muy complicado. La realidad no tiene nada que ver con lo que habíamos imaginado, pero nosotros creemos en Barcelona, en su centro y en su comercio”. “Ahora de lo que se trata es de decirle al barrio y a la ciudad ‘aquí estamos ¡la Brunells regresa!’ y que poco a poco la gente se acostumbre a nosotros”. “Sí, todo poco a poco... para recuperar los hábitos de la ciudadanía”. “Y luego pues vendrán los turistas. Ahora lo importante es consolidar­nos en el vecindario”. Tentando la tentación.

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 ??  ?? Últimas pruebas El personal de la pastelería Brunells vivió ayer una intensa jornada de pruebas, preparativ­os y un buen puñado de nervios a fin de reabrir mañana sus puertas después de un paréntesis de cerca de dos años
Últimas pruebas El personal de la pastelería Brunells vivió ayer una intensa jornada de pruebas, preparativ­os y un buen puñado de nervios a fin de reabrir mañana sus puertas después de un paréntesis de cerca de dos años
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LLIBERT TEIXIDÓ

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