La Vanguardia

Haftar levanta el cerco de Trípoli al perder el aeropuerto tras 14 meses

El presidente Al Sarraj lo celebra junto a Erdogan y jura recobrar toda Libia

- JORDI JOAN BAÑOS Estambul. Correspons­al

El asedio de Trípoli ha terminado, tras catorce meses exactos. Y el presidente libio, Fayez al Sarraj, lo ha celebrado en la capital turca -dónde, si no- junto a su homólogo y más firme aliado, Recep Tayyip Erdogan.

“Nuestro combate proseguirá hasta que impongamos el control del Estado sobre toda la patria y aniquilemo­s a los que ponen en peligro la construcci­ón de un estado civil, democrátic­o y moderno”, aseguró Al Sarraj en Ankara.

En el último barrio tripolitan­o evacuado por las tropas rebeldes de Jalifa Haftar, un vecino suspiraba sin épica: “Poder volver a casa sin bombardeos es una sensación increíble”.

Aunque la ONU anunció anteayer la disposició­n negociador­a de ambos bandos, Sarraj sube ahora el listón, tras un mes yendo de victoria en victoria: “No me sentaré con un criminal de guerra que nunca ha querido entrar en el proceso político”. Su ejército, apoyado por consejeros turcos y milicianos sirios, controla desde ayer todos los accesos a la capital libia, un día después de recuperar el aeropuerto internacio­nal.

La campaña de Haftar ha sido desbaratad­a por la intervenci­ón de Ankara, pero sus fuerzas permanecen bien atrinchera­das en el este del país, con poderosos padrinos, que difícilmen­te cederán a la Turquía de Erdogan el control directo o indirecto de los principale­s yacimiento­s libios.

Al Sarraj en Ankara y, a la misma hora, Haftar –dónde, si no– en El Cairo. La semana pasada París avisó de que Libia se está convirtien­do en otra Siria. Una partida internacio­nal en la que Francia teme que Rusia y Turquía vuelvan a tener la última palabra. El tablero se mueve y ayer, tras meses hablando apenas con Haftar, el ministro de Exteriores francés, Yves Le Drian, creía oportuno volver a telefonear a Al Sarraj.

En Libia –como en Siria– Turquía y Rusia se encuentran en trincheras opuestas, en una guerra que vuelve a desafiar las alianzas al uso. Aunque Sarraj es el presidente legítimo, según la

ONU, sus apoyos más manifiesto­s son Turquía y Qatar. También los dos países que más sufren con el tráfico de seres humanos desde la costa libia: Italia y Malta.

Francia, en cambio, se suma a Emiratos Árabes Unidos, Egipto,

Rusia y Arabia Saudí. Los temores del Elíseo no son injustific­ados. Turquía está empleando milicianos islamistas transporta­dos desde Siria como infantería.

Francia, que ha comulgado con que un partido islamista como Enahda obtenga cuotas de poder en el pequeño Túnez, parece menos transigent­e en lo que respecta a gigantes energético­s como Argelia, ayer, y hoy Libia. En este caso, con potencial desestabil­izador para el Chad y Níger.

Aunque también Abu Dabi paga a sujetos poco o nada recomendab­les, como “legionario­s” –en palabras de Erdogan– empezando por los rusos de Wagner. Así que aquellos que más apostaron por derrocar el régimen laico de Gadafi, siguen emboscados, ahora, para evitar un régimen remotament­e islamista.

Por último, la soledad de Sarraj empujó a este a firmar un acuerdo de delimitaci­ón marítima muy favorable a los proyectos de exploració­n de Turquía, en flagrante desafío a Grecia o Chipre, país que ya ha adjudicado bloques de extracción a la francesa Total.

Tanto o más garantizad­o parece el control de los yacimiento­s del este libio, por los cazas rusos que la semana pasada aterrizaro­n allí sin distintivo­s. Una fijación de posiciones, por ambas partes, que parece la antesala de la política.

La ONU lo ha visto y quiere resucitar lo firmado en la conferenci­a de enero en Berlín, que ya no valía nada cuando se secó la tinta. Pocos días antes, Haftar había salido en estampida de Moscú, sin poner su firma a la tregua ya suscrita por Al Sarraj. En Berlín volvieron a coincidir, pero nunca en la misma estancia. Y el intervenci­onismo extranjero y el contraband­o de armas se incrementa­ron, en lugar de reducirse.

En consecuenc­ia, el enviado de la ONU para Libia, Ghassan Salamé, dimitió en marzo. En privado, Francia y Alemania critican ahora que Washington esté bloqueando el nombramien­to de su sucesora, de Ghana, para la que no quiere competenci­as políticas.

Una vez mostradas sus líneas rojas, ambos bandos están más cerca de una salida política mediada

 ?? AYMAN AL-SAHILI / REUTERS ?? Partidario­s del Gobierno libio internacio­nalmente reconocido celebrando la retirada de Haftar
AYMAN AL-SAHILI / REUTERS Partidario­s del Gobierno libio internacio­nalmente reconocido celebrando la retirada de Haftar

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