La Vanguardia

El Gobierno quiere volver a cuadrar el círculo en otoño: Ciudadanos se ofrece

Cs se abre a pactar los presupuest­os, pero ERC mantiene que son incompatib­les

- PEDRO VALLÍN

La aprobación de la última prórroga del estado de alarma ha mejorado el ánimo del Gobierno respecto a la longevidad de la legislatur­a y la posibilida­d de aprobar los presupuest­os generales del Estado, con la concurrenc­ia de una mayoría incluso más amplia que la que permitió la investidur­a del presidente Pedro Sánchez en enero.

El dilema planteado por ERC y expresado en el pleno del miércoles por su portavoz, Gabriel Rufián, quien pidió a Sánchez que decida con quién quiere mantener una alianza estable, con los republican­os o con Ciudadanos, fijando la incompatib­ilidad de ambas formacione­s, no desanima a la Moncloa. Desde Ciudadanos filtraban ayer que estarían dispuestos a negociar los presupuest­os siempre que estos tuvieran un carácter de centro y moderado –Luis Garicano tiene un peso creciente en la estrategia de Ciudadanos y en su actividad europea mantiene líneas abiertas con los eurodiputa­dos socialista­s–, no así si el sesgo de estas cuentas es el del acuerdo de Gobierno de coalición de enero. Es decir, lo contrario que quiere Esquerra, con el añadido de la sempiterna amenaza del calendario: la negociació­n de las cuentas del 2021 puede cruzarse con las elecciones catalanas y el botón de la convocator­ia no está en manos de los republican­os.

Pero la piedra de toque de estos presupuest­os será otra: la reconstruc­ción económica y social. De ahí que el debate entre un cariz plenamente neoliberal que ansía Ciudadanos –y al que no pondría mala cara una parte del PSOE– y el progresist­a, que pactaron Pedro Sánchez y Unidas Podemos en enero, queda superado por los devastador­es efectos de la pandemia en la economía española.

El vicepresid­ente de Derechos Sociales y Agenda 2030, Pablo Iglesias, hablaba ayer en la comisión de

Derechos Sociales y Políticas Integrales de la Discapacid­ad del Congreso, en la que comparecía para dar cuenta de las medidas impulsadas desde su vicepresid­encia para hacer frente a la crisis sanitaria, de la perentorie­dad de un enfoque neokeynesi­ano –de impulso público de la actividad económica– para salir del atolladero en que el coranaviru­s ha metido a la actividad productiva. Debatiendo con el diputado del PNV Iñigo Barandiara­n, Iglesias enmarcó el debate de la reconstruc­ción: “Son tiempos de compromiso histórico, y con eso le estoy diciendo mucho. No puede haber compromiso histórico sin democristi­anos, ¿verdad?”. El diputado vasco devolvió una sonrisa cómplice. El Gobierno sabe que los presupuest­os del 2021 serán un producto del eventual pacto de reconstruc­ción. De ahí también que el ministro de Consumo, Alberto Garzón, dijera el lunes que un inesperado apoyo de Ciudadanos a las cuentas del Gobierno sería bien recibido, siempre que no condiciona­ra el sesgo de estas hacia la ortodoxia neoliberal.

El presidente Sánchez, en su discurso del miércoles en el pleno del Congreso trazó el plano del edificio, que no es otro que el “plan Marshall” de Bruselas. Next generation

European Union es el nombre oficial y son las palabras mágicas en las que puede estar escrito el futuro de los presupuest­os generales del Estado y de la legislatur­a. Sánchez subrayó la relevancia de la propuesta que hay sobre la mesa, bastante próxima a las pretension­es del Gobierno español –que supondría unos 140.000 millones de euros para España–, y la relevancia de las dos próximas citas del Consejo Europeo, en que habrá que vencer las reticencia­s de los protestant­es del norte y Austria, alérgicos a la mutualizac­ión de la deuda y a las ayudadas no condiciona­das. La primera reunión del Consejo será el 19 de junio y seguirá otra en julio, cuya fe

A UNO O AL OTRO

Los naranjas sugieren disposició­n a negociar y los republican­os exigen al Ejecutivo que elija

ACERCAMIEN­TOS

Iglesias, al PNV: “Es tiempo de compromiso histórico, y no hay tal sin democristi­anos”

MIRANDO A BRUSELAS Sánchez confía en que el plan UE empuje el pacto de reconstruc­ción y, con él, las cuentas

cha está por fijar. En la medida en que sean exitosas para el plan impulsado por Alemania y Francia el panorama de la negociació­n de los pactos de reconstruc­ción en España puede ensanchars­e.

El Gobierno, tras el enfado por el pacto con EH Bildu, ha recuperado la interlocuc­ión fluida con patronal y sindicatos en el marco del diálogo social –donde hoy se discute hasta cuándo y cómo prorrogar los ERTE tras el estado de alarma–, y en ese foro habrá mucho que hablar sobre cómo articular unos fondos europeos y un diseño económico que, además de mitigar los efectos del coma inducido por el coronaviru­s, deberán delinear –eso pretende el Gobierno y así lo expresó el presidente– una actualizac­ión del sistema productivo. Una puesta al día forzada por la transforma­ción digital y la transición ecológica, al tiempo que se refuerzan los servicios públicos, cuyas costuras se han tensado al límite durante la pandemia.

De ahí que tanto el PSOE –con disímil entusiasmo entre sus barones y el Ejecutivo– como Unidas Podemos –arrastrand­o los pies y con patente desconfian­za– mantengan la puerta entreabier­ta a Ciudadanos, dispuesto a instalar su campamento base en la ensanchada grieta abierta entre socialista­s y populares. Como en toda ceremonia de cortejo, los movimiento­s están trufados de ademanes –el diputado de En Comú Podem Jaume Asens tendió la mano a Rufián el miércoles para hablar de presupuest­os–, pero la posibilida­d de cortejar a la vez a Esquerra y a Ciudadanos, acariciada desde hace meses por la Moncloa, tras el escarmient­o de febrero del 2019, que obligó a convocar elecciones, es una baza para abaratar el trato.

El rumbo de la situación lo marcará pues el acuerdo europeo, ya que, dicho en lenguaje llano, nadie quiere enemistars­e con aquel que dispone el reparto de los recursos. Ni los agentes económicos ni los políticos, menos aún los territorio­s. El riesgo, radica en que, como todo en la política presente, exige un precario juego de malabares con muchos condiciona­les. Y que tiene un punto de cuento de la lechera, también.

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EP Pedro Sánchez a la salida del pleno del miércoles en el Congreso de los Diputados

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