La Vanguardia

La estrategia de la tensión

- Enric Juliana

El 94% de los españoles cree que no es admisible discutir en el Congreso de los Diputados con formas despectiva­s o recurriend­o al insulto. El 93% considera que la vida política española está crispada. El 85% opina que la manera de actuar de algunos políticos constituye un peligro para la democracia. Vox es percibido como el partido más crispador (82%), seguido del Partido Popular (75%), Unidas Podemos (69%), PSOE (59%) y Ciudadanos (40%). Son datos del último sondeo diario de Metroscopi­a, empresa que viene efectuando una interesant­e investigac­ión sobre las actitudes y opiniones de la sociedad española durante el confinamie­nto. A mediados de abril, el 92% veía deseable que las fuerzas políticas llegasen a un acuerdo de largo alcance, parecido a los pactos de la Moncloa de 1977, pero sólo un 18% considerab­a posible un pacto entre Gobierno y oposición, dado el agresivo clima político reinante en el país. Un mes y medio después, el 94% constata que la cafetera ya está hirviendo.

La mayoría de la gente está hasta el gorro de tanta violencia verbal, pero los estrategas de la crispación no aflojan. “El que siga apostando por la polarizaci­ón, acabará perdiendo”, declaraba la semana pasada Narciso Michavila, experto en sociología electoral de acreditada solvencia, presidente de GAD/3, empresa cuyas estimacion­es suelen ser leídas con mucha atención en el cuartel general de Génova. ¿Por qué no hacen caso a Michavila? Por una razón muy simple: por qué no hay elecciones generales en el horizonte.

Quien tiene elecciones en agenda, el próximo 12 de julio, es el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, y podemos asegurar que el actual clima madrileño no le hace ninguna gracia. Por esa razón ha criticado los tonos de Cayetana Álvarez de Toledo, impertérri­ta en su campaña de afirmación personal en el Congreso. La temperatur­a media de España nunca es la de Madrid, pero las tensiones en el Parlamento irradian. Los miércoles al sol en el Congreso de los Diputados podrían llegar a a despertar a los electores gallegos de izquierdas que en estos momentos no se sienten muy estimulado­s por sus candidatos locales.

Núñez Feijóo, que sabe tensar cuando le conviene, desearía un mes de junio plano, con muy poco ruido, en el que sólo destacase un dato: la

El 85% de los españoles cree que los modos de algunos políticos ponen en peligro la democracia

baja incidencia de la epidemia en Galicia. Si el actual presidente de la Xunta, que controla con mano de hierro muchos resortes internos de la sociedad gallega, lograse superar los 43 diputados obtenidos por Manuel Fraga en 1993 (año del primer Xacobeo) ganaría mucho peso en España.

Mientras tanto, Génova trata de neutraliza­r a Vox y acentuar la desconfian­za en el Gobierno de coalición PSOEUP, después de haber logrado impedir que Pedro Sánchez alcanzase un efecto Conte (el peculiar estado de gracia vivido estos duros meses por el primer ministro italiano), con la preciosa ayuda de la pinza formada por la Comunidad de Madrid y la Generalita­t de Catalunya en los momentos más terribles de la epidemia.

La lucha será tremenda en el interior de los aparatos del Estado mientras nos acercamos al desfilader­o de otoño, en el que se decidirá el futuro de la legislatur­a con la aprobación, o no, de los presupuest­os generales del 2021. Hay crispación para rato.

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