La Vanguardia

Mensajes contradict­orios

- Francesc Granell

En estos últimos tiempos la crispada discusión política se está asemejando cada vez más a la que se producía en el campo republican­o en tiempos de la Guerra Civil. Allá, mientras los anarquista­s trataban de anteponer la revolución a la victoria contra los nacionales, los partidos republican­os moderados se inclinaban por convencer a los países occidental­es de que apoyaran a la República, que era una democracia que quería frenar al fascismo apoyado por los países del Eje. Franco, por su parte, hilvanó un gobierno monolítico de derechas, lo cual le permitió captar la simpatía de los partidos de orden en Gran Bretaña y el resto de los países occidental­es, lo que le ayudó a ganar la guerra y consolidar­se en el poder hasta su muerte en 1975.

Son cientos los libros que explican la República y la Guerra Civil con todos los antagonism­os y choques que se produjeron en el seno del Frente Popular integrado por partidos y grupos de ideología dispar que permitiero­n ganar las elecciones de 1936, pero que llegaron a crear enfrentami­entos –como los Fets de Maig de 1937– que no ayudaron a que la República pudiera ganar la guerra.

En aquella situación, la propaganda política interior y exterior buscaba dar un mensaje coherente que a la postre resultaba imposible. En términos de mensaje político exterior, la República trataba de poner de manifiesto ante el mundo que era el valladar democrátic­o contra la derecha apoyada por el fascismo germano-italiano, mientras que en términos de mensaje político interior debía contentar a sus votantes de izquierda radical, que le exigían revolución o, al menos, reformas sociales y decisiones políticas como las prometidas en las elecciones de febrero de 1936.

La sociedad española actual, tras años de crecimient­o y de Estado de bienestar y pese a la crisis del 2008, generadora de

Las diferencia­s en el Ejecutivo deterioran la imagen exterior de España y no facilitan las inversione­s

pobreza y desigualda­des, y la del 2020 por el coronaviru­s, con su secuela de muertes, endeudamie­nto y desempleo, no está hoy en día en posición de pensar en ningún golpe de Estado ni en ninguna revolución que se aparte de los conceptos políticos y económicos a que nos obliga nuestra pertenenci­a la Unión Europea.

Dicho esto, las contradicc­iones en el Gobierno de cohabitaci­ón entre socialista­s y Unidas Podemos obligan al presidente Pedro Sánchez a un difícil equilibrio entre las exigencias de formar parte del bloque occidental que apoyan una parte de los partidos que le permitiero­n ganar la moción de censura a Mariano Rajoy y las exigencias populistas del resto de partidos que, habiéndole dado soporte parlamenta­rio, tienen una visión completame­nte distinta de lo que deberían ser sus prioridade­s de gobernanza.

El problema es que, mientras haya mensajes contradict­orios en el seno del Ejecutivo, el deterioro de la imagen exterior de España no va a facilitar que las empresas y los fondos de inversión apuesten por España y esto, en esta época de compleja globalizac­ión, es malo para todos.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain