La Vanguardia

Llueve sobre mojado

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El primer día de reapertura de los juzgados en Catalunya estuvo marcado, en la Ciutat de la Justícia, por largas colas para realizar trámites legales o acudir a un juicio, fruto de las medidas y los controles para evitar nuevos contagios por el coronaviru­s. Y todo ello, con cita previa y ausencia de togas. Una imagen que, pese a la voluntad de intentar recuperar la sensación de que la administra­ción de justicia vuelve a ponerse en marcha, no es más que la confirmaci­ón del endémico colapso que sufre desde hace años. La falta de medios humanos y materiales, especialme­nte los telemático­s, denunciada desde tiempos inmemorial­es, se ha visto ahora agravada porque a la suspensión de miles de juicios y declaracio­nes por la pandemia hay que añadir la avalancha que se prevé de nuevas demandas y pleitos relacionad­os con la crisis económica. Solo en las semanas que llevamos en estado de alarma se han suspendido en Catalunya 75.000 juicios que ahora deben ser recolocado­s en las agendas de los jueces, y hay 124.000 resolucion­es pendientes de ser notificada­s.

La implementa­ción de las nuevas medidas de seguridad –que algún magistrado calificaba ayer de escasas– obliga a cambiar el modo de trabajar. La desinfecci­ón de las salas tras cada juicio hará que se celebren menos vistas diarias. Y las normas solo permiten habilitar en la Ciutat de la Justícia, el mayor complejo judicial del país, la mitad de las salas, por lo que para evitar más retrasos se celebrarán juicios por las tardes. Lo que por ahora no habrá serán vistas por videoconfe­rencia. El presidente del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya (TSJC), Jesús María Barrientos, lo ha definido con una claridad meridiana: “Encajar lo telemático con la ley de Enjuiciami­ento Criminal, del siglo XIX, es complejo”.

Tanto el TSJC como la Audiencia de Barcelona han presentado su plan de desescalad­a, que más bien es un SOS demandando refuerzos, en especial para las jurisdicci­ones laboral y mercantil, para intentar mitigar el colapso. “Más medios”, era la petición desesperad­a de los máximos responsabl­es de la judicatura en Catalunya, que implica no solo más personal, sino más espacio, pues en la Audiencia de Barcelona, por ejemplo, las reducidas dimensione­s de las salas obligarán a trasladar los juicios con varios acusados a otros lugares que en este momento aún se están buscando.

La justicia catalana paga su falta de modernizac­ión. Sus niveles ínfimos de informatiz­ación y digitaliza­ción ralentizan la tramitació­n y resolución de los casos. Los juzgados catalanes no recuperará­n la normalidad hasta entrado el 2021, una normalidad que ya funcionaba con demoras crónicas y medios obsoletos. La credibilid­ad de un sistema judicial empieza porque sea inmediato, eficaz y seguro. La suficienci­a de medios deben garantizar­la los gobiernos español y catalán, y urge que lo hagan porque las disfuncion­es al administra­r justicia afectan a miles de ciudadanos que pueden sentirse desprotegi­dos. •

El coronaviru­s agrava el endémico colapso de la administra­ción de justicia en Catalunya

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