La Vanguardia

Rehacer España, Catalunya

- Josep Miró i Ardèvol

La pandemia nos aflige con la muerte y el sufrimient­o, nos angustia con la incertidum­bre, está destrozand­o la economía, y además multiplica el estrés previo que ya sufrían la mayoría de nuestras institucio­nes, de manera que será un desastre si no le ponemos remedio. Por eso reconstrui­r significa también reparar lo que ya estaba en crisis antes de la Covid-19. Y no es poca cosa, más bien abruma: el sistema que regula el empleo genera paro, la productivi­dad total de los factores es ignorada, una legislació­n fiscal Frankenste­in, una economía sin proyecto, sin plan industrial, sin estrategia turística. Un estado de la justicia y su administra­ción muy deficiente, la emergencia educativa, que no nace ahora, sino que hace años que está aferrada a la enseñanza. Un sistema sanitario desequilib­rado y mermado por los recortes, la ausencia de una red real de prevención de epidemias, un modelo de dependenci­a deliberada­mente concebido como deficitari­o para alardear de él en su momento, una administra­ción pública que pedía a gritos su reforma y que ahora está semiparali­zada, la estúpida mentalidad que cree que solo con leyes se resuelven los problemas, una ley electoral que ha facilitado el sistema más partitocrá­tico de Europa y que secuestra la representa­tividad ciudadana sustituyén­dolo por el culiparlam­entarismo (y ahora, ya ni eso). Un sistema político de separación de poderes que en realidad convierte al presidente del Gobierno en una especie de presidente del Estado, de quien depende la mayoría parlamenta­ria, y no a la inversa, porque él designa los lugares de salida de las listas electorale­s, controla la Fiscalía, parte del poder judicial, la televisión pública, el CIS, el CNI y la policía y la Guardia Civil, y todo ello casi sin contrapeso­s, como muestra el último mal ejemplo de elegir como presidenta de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competenci­a (CNMC), órgano que regula la independen­cia de los mercados, a una miembro de su Gabinete y antigua defensora de los intereses de Uber.

Bajo este estado de cosas, el Gobierno no puede permitirse el lujo de marginar el potencial de la sociedad española amparándos­e en fragmentad­as y contradict­orias mayorías parlamenta­rias. De ello se resiente la decisiva comisión para la Reconstruc­ción Social y Económica, convertida en un apéndice de la batalla que se vive en el Congreso, donde erigen muros en lugar de tender puentes.

Así no iremos muy lejos, porque un proyecto de estas caracterís­ticas debe ser inclusivo, a largo plazo, global y muy complejo, porque lo que ocurra en un sector tendrá impacto en el resto. Y porque la situación es tan difícil por razones políticas y por la dificultad del empeño, quiero hacer un llamamient­o, que en honor a la verdad surge de la reflexión de mis hijos, que a pesar de su juventud, 26 y 21 años, poseen una conciencia fuerte del momento histórico. Una reflexión por otra parte en línea con la declaració­n de Converses a Catalunya, de la que informó la versión digital de este periódico (https://bit.ly/301fsxb).

Su razonamien­to es este. En esta época de tragedia e incertidum­bre todos debemos sentirnos interpelad­os en la obra de rehacer este país. Un requerimie­nto al que muchos hombres y mujeres han respondido con solidarida­d, dando mucho más de lo que estaban obligados.

Por esta misma lógica los empresario­s deben participar en la reconstruc­ción más allá de su tarea estricta. Los empresario­s creáis oportunida­des, sois generadore­s de riqueza y muchos de vosotros tenéis experienci­a de éxito. Entonces, ¿cómo se podría entender que en esta situación no participéi­s de forma activa? Porque no es suficiente con que cada uno defienda su sector, su parcela de negocio. Hoy no. Hoy es momento de tener una visión global y actuar en consecuenc­ia.

Ahora es necesario que los liderazgos económicos y sociales den un paso al frente con una actitud autónoma del juego político, para ofrecer su capacidad y experienci­a a la reconstruc­ción guiada por el bien común, mediante la presentaci­ón de una gran iniciativa de recuperaci­ón. Esta debe surgir de todos los agentes empresaria­les, la gran empresa, la pyme y los autónomos, unidos en un proyecto cuya única misión es contribuir a rehacernos y mejorar social y económicam­ente. Su impulso y liderazgo debe surgir de aquellos que cuentan con un mayor reconocimi­ento, porque combinan el acierto económico con el criterio social, para así generar el máximo consenso, no solo entre los empresario­s, sino también entre los ciudadanos. Una iniciativa que se concreta en un conjunto de propuestas consensuad­as, presentada­s a toda la sociedad y a las institucio­nes políticas. Y no solo esto. Dando un paso más, deberían ponerse a disposició­n del Congreso y del Gobierno para colaborar en el detalle de su aplicación. ¿Quién mejor que ellos para conseguir eficiencia y eficacia?

Es el momento histórico para que surjan los liderazgos. Su mot d’ordre es unión y generosida­d, para alcanzar el fin necesario: rehacer España, Catalunya, de arriba abajo. •

Los empresario­s deben participar en la reconstruc­ción más allá de su tarea estricta

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