Barenboim dirige hoy el primer concierto de la Filarmónica de Viena
Viena está despertando. La Ópera de la capital austriaca sube el telón el lunes con el primero de una serie de recitales y conciertos de cámara que ocuparán la sala cada día hasta el 27 de junio (entre ellos, el de Juan Diego Flórez, el día 20). Y, por su parte, su prestigiosa filarmónica da hoy su primer concierto tras meses de parón por el coronavirus, con Daniel Barenboim dirigiendo la 5.ª Sinfonía de Beethoven e interpretando el Concierto para piano KV 595 de Mozart. Eso sí, solo cien personas tendrán el privilegio de asistir a la cita en la sala Dorada del Musikverein, la sala de 1.800 localidades donde se celebra el concierto de Año Nuevo. Lo mismo sucederá en el teatro de ópera: solo cien espectadores, un 4% de las localidades.
Las medidas de restricción de aforo en los espectáculos que ha fijado el Gobierno austriaco para evitar un repunte del contagio –ese máximo de 100 personas se elevará a 250 el 1 de julio– contrastan con el 50% de aforo que el Gobierno de España ha aprobado para julio en salas cerradas como el Teatro Real.
Todos los músicos de la filarmónica se han sometido a pruebas para asegurarse de que ninguno de ellos tiene la Covid-19. No tocarán con mascarilla aunque mantendrán una distancia de prevención. La propia orquesta hizo en mayo un estudio sobre cómo circula el aire entre los miembros de una orquesta y qué riesgo de contagio hay.
Esta formación independiente gestionada por los propios músicos (su sueldo depende también de hacer conciertos) y que defiende que es la mejor del mundo no va a inventarse de repente una nueva forma de tocar. Había que demostrarle al Gobierno austriaco que pueden actuar y que pueden hacerlo juntos.
El experimento para medir y visualizar el aire exhalado se hizo utilizando una sonda bajo las fosas nasales de los instrumentistas. Este artefacto emitía un aerosol, identificable a contraluz. En el caso de las cuerdas, la nube se mantenía estable y reducida, y en el de los vientos, como la trompa o la flauta, la nube alcanzaba más allá. La conclusión fue que el aire que expulsan los instrumentistas llega como mucho a los 75 centímetros: el máximo es la flauta travesera.
El presidente de la Filarmónica, Daniel Froschauer, confesó el miércoles que estuvo a punto de llorar de alegría cuando acudió a recibir a Barenboim al aeropuerto, emocionado por el concierto de hoy. También el maestro argentino dijo sentirse “conmovido” por el caluroso recibimiento de la filarmónica. “La música debe tocarse y escucharse en vivo, por eso estoy tan feliz y orgulloso de poder participar”, dijo.
La Musikverein, que cumple 150 años, ha diseñado un programa reducido este junio, con batutas como Riccardo Muti y Philippe Jordan. También hoy abre el Konzerthaus. Y los 14 conciertos que ha preparado la Ópera serán retransmitidos en directo en Staatsoperlive.com.