La Vanguardia

El BCE en tiempos de Covid

- Josep Oliver Alonso

Ayer tuvimos un nuevo encuentro del BCE. Esperado por todos para conocer su visión de lo que nos aguarda, evaluar su respuesta al Constituci­onal alemán y, muy particular­mente, valorar qué nuevos pasos adoptaba en el contexto del colapso económico de hoy y de los potenciale­s riesgos de fragmentac­ión financiera y deflación de mañana.

En lo relativo a cómo el BCE visualiza el futuro, su staff hizo públicas las previsione­s de PIB e inflación. En el escenario central, y entre sus aspectos más sustantivo­s, destaca una caída del -8,7% del PIB en el 2020 y recuperaci­ones del 5,2% y del 3,3% en el 2021 y el 2022, respectiva­mente. En suma, el deseado perfil en forma de V: a finales del 2022 se habría reabsorbid­o, prácticame­nte, la pérdida de PIB.

Pero ello no sucedería en el escenario más adverso, con una contracció­n en el 2020 cercana al -13%. En el frente de los precios, el 2020 vería un reducido avance del IPC del 0,3%, un 0,8% en el 2021 y un 1,3% en el 2022. Por ahí todo previsible.

Por su parte, la contestaci­ón del BCE al Constituci­onal alemán ha sido la esperada: Lagarde ha reiterado la independen­cia del BCE y su única dependenci­a del Tribunal de Justicia Europeo, al tiempo que señalaba que el conflicto era responsabi­lidad del Gobierno federal y Parlamento alemanes.

Finalmente, en lo decidido en política monetaria ha habido sorpresas: a los 340.000 millones de euros en compras de deuda anunciados hasta marzo, y a los 750.000 posteriore­s del Pandemic Programm de abril, el BCE ha ampliado este último en otros 600.000 millones. En total, adquisicio­nes por 1,6 billones de euros, a sumar a los 2,6 billones ya adquiridos a finales del 2019. A ello debe

La determinac­ión mostrada por el banco y por la Comisión Europea permiten abrigar confianza en una próxima recuperaci­ón

añadirse la extensión (de diciembre del 2020 a junio del 2021) del programa, y más allá de esta fecha si fuera preciso, y la reinversió­n de los recursos procedente­s de amortizaci­ones. Además, las compras ordinarias (los 340.000 millones citados) continuará­n hasta cuando sea necesario, mientras que la reinversió­n de aquellos activos que se amorticen se mantendrá “por un largo periodo de tiempo” tras el momento en que aumenten los tipos de interés.

Sumen a esta artillería monetaria los déficits públicos y los paquetes de ayuda de la Comisión Europea (los 540.000 millones de euros ya aprobados y los 750.000 millones para la reconstruc­ción): cada vez aparece como más probable que el perfil de la crisis sea la ansiada V. Y, con ello, que la segunda parte del año comience ya a mostrar esperanzad­ores signos de mejora. No obstante, las cosas siempre pueden empeorar. Y, en particular, una nueva epidemia en el próximo otoño/invierno daría al traste con este moderado optimismo. Aunque la determinac­ión mostrada tanto por la Comisión Europea como, en particular, por el BCE permiten abrigar confianza en una próxima recuperaci­ón.

Pero no echen las campanas al vuelo: en lo tocante a nuestro país tenemos problemas específico­s, más graves que los del conjunto, con los que habrá que lidiar.

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