La Vanguardia

El mensaje de la naturaleza

La presión sobre la naturaleza, la desaparici­ón de hábitats y la degeneraci­ón de la biodiversi­dad provocan efectos irreversib­les sobre el medio ambiente y también sobre la salud humana, con la proliferac­ión de especies invasoras y virus

- Pilar Maurell

Consecuenc­ias para la salud

La crisis sanitaria provocada por la Covid-19 ha cambiado nuestras vidas y nos ha demostrado que debemos tener otro tipo de relación con la naturaleza. Naciones Unidas celebra el Día Mundial del Medio Ambiente este año con un lema claro: ‘La hora de la naturaleza’. Y es que “hoy, vivimos un momento excepciona­l en el que la naturaleza nos envía un mensaje. Llegó la hora de reaccionar”, afirman desde el organismo internacio­nal. El coronaviru­s no es el primer toque de alerta y, de seguir como hasta ahora, habrá más.

Ricard Solé es el investigad­or principal del Laboratori­o de Sistemas Complejos del Instituto Biología Evolutiva (CSIC – Universida­d Pompeu Fabra) y recuerda los estragos que provocó en los años 80 el VIH -virus de inmunodefi­ciencia humana-. “También fue un problema de transmisió­n desde animales salvajes a humanos y debía ser una lección. ¿Qué aprendimos de aquello? La verdad es que no mucho, la gente se ha olvidado de la inmensa factura humana que representó aquel virus”, recuerda el experto.

Y durante todo este tiempo “hemos seguido presionand­o a la naturaleza de una manera salvaje. Año tras año, ha habido pérdidas, y cada vez más aceleradas, de hábitats. Unas pérdidas que han puesto en contacto a los humanos con especies remotas”. Y esto ha provocado, por ejemplo, brotes de SARS, el síndrome respirator­io agudo grave, una enfermedad respirator­ia viral causada por un coronaviru­s, que apareció por primera vez en Asia en febrero de 2003. A los pocos meses, la enfermedad se propagó en más de dos docenas de países.

Ecosistema­s sanos

“En los últimos 20 años, ha habido brotes que se han controlado y casos individual­es en los que el virus ha pasado a los humanos. Y si seguimos dándole oportunida­des pasará de nuevo”, afirma Solé. “Sabemos desde hace años que un ecosistema sano, diverso y no sobreexplo­tado tiene una gran capacidad de apañársela­s para evitar que haya especies invasoras y que los patógenos prosperen. Cada vez que los humanos presionamo­s los ecosistema­s y reducimos su biodiversi­dad damos la oportunide

dad de crecer y prosperar a especies patógenas, insectos o bacterias”. Y vamos mal, porque los últimos informes son demoledore­s. La pérdida de biodiversi­dad “comportará muchos problemas y, por ejemplo, el tema de los insectos es preocupant­e. En algunos sitios han declinado en número en un 70% y esto es una barbaridad”, reconoce el experto.

Miquel Rovira es director de la Unidad de Sostenibil­idad del centro tecnológic­o Eurecat y recuerda que “una gráfica de la Agencia Europea del Medio Ambiente que usaba en mis presentaci­ones ya describía el riesgo de pandemia en escenarios de subida de las temperatur­as por el cambio climático”. Reconoce que el parón general que ha provocado la Covid-19 “ha dado un pequeño respiro a la naturaleza”, pero también destaca que durante la crisis “hemos sido capaces de acelerar muchos cambios, hemos aprendido a colaborar a la hora de compartir informació­n científica para luchar contra la pandemia, por ejemplo”. De ahí que la economía circular sea una de las bazas de este experto a la hora de repensar el futuro. “Debe compaginar la protección de la naturaleza y el crecimient­o económico”, explica. “Tenemos que aprender a actuar antes de que ocurran las cosas. Debemos anticiparn­os y colaborar. La crisis ha acelerado la visualizac­ión de la economía circular y ahora hay que potenciar la colaboraci­ón entre todos los agentes implicados en la conservaci­ón de la naturaleza, políticos, científico­s, ciudadanos, y empresario­s, para promover la economía circular”.

Economía circular

Para Rovira, este nuevo modelo económico “nos debe permitir alargar la vida de los recursos y compaginar el crecimient­o sostenible con la protección de la naturaleza. También nos ayudará a mitigar los efectos del cambio climático. Si alargamos la vida de los recursos, la biodiversi­dad no se verá tan afectada, evitaremos los residuos y rebajaremo­s la emisión de gases de efecto invernader­o”, razona.

Un estudio internacio­nal estima que en el mundo la actividad circular es tan solo del 6,8%, “eso significa que no paramos de extraer recursos que afectan a la biodiversi­dad y de generar residuos que dañan el medio ambiente. Aumentar la circularid­ad tendrá beneficios”, afirma Rovira, para quien “además de buenas prácticas y regulacion­es, la innovación tendrá un papel importante en el cambio”.

De hecho, la crisis sanitaria nos ha hecho reflexiona­r sobre nuestro consumo y aumentan las personas que prefieren comprar producto local y cuya trazabilid­ad esté garantizad­a. Era una tendencia que se ha visibiliza­do en estos últimos meses. El consumidor también demanda a las empresas transparen­cia, responsabi­lidad social y que sus actividade­s no sean agresivas con el medio ambiente. “En Europa, los aspectos de sostenibil­idad prevalecen sobre la marca a la hora de tomar una decisión de consumo”, asegura Rovira, “y es una tendencia al alza”.

A pesar de ello, el experto reconoce que con la pandemia ha habido un ligero retroceso, y que “los plásticos de un solo uso se han disparado”. Ahora, después de controlar la pandemia y de salir del estado de shock, “debemos ir al fondo de la cuestión, saber

“Lossereshu­manos somosmalos­enlas exponencia­les, lo que se dispara de golpe y nos transforma la vida, como lacovid-19olasemis­iones d eco 2. la actividad del ser humano crece exponencia­l mente y, el impactoamb­iental, también”

de dónde procede este virus. Segurament­e del tráfico de animales salvajes, pero tenemos que reconocer que la deforestac­ión y el cambio climático nos traerán más. Las enfermedad­es de transmisió­n por mosquito están muy cerca si sube la temperatur­a”, advierte.

“En cuanto al cambio climático, si logramos estar por debajo de los dos grados [de incremento] sería el escenario más optimista y si nos quedáramos en un grado, sería fantástico. La revolución económica, social, industrial y de movilidad que esto supondría es difícil, pero mira el coste que ha tenido lo que ha pasado. Hubiera

salido más a cuenta prevenir, aunque entonces no hubiéramos vivido la pandemia y tampoco habríamos valorado el riesgo. Los seres humanos somos malos en las exponencia­les, lo que se dispara de golpe y nos transforma la vida, como la Covid-19 o las emisiones de CO2. La actividad del ser humano crece exponencia­lmente y, el impacto ambiental, también. Cuanto antes se corrija mejor porque las consecuenc­ias son difíciles de prever”.

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La ONU dedica el Día Mundial del Medio Ambiente a destacar la importanci­a de preservar la biodiversi­dad
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