La Vanguardia

“No se ha hecho suficiente y los retos son enormes”

El 75% de las especies de interés comunitari­o presenta un mal estado de conservaci­ón

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Los últimos informes sobre la salud de especies y hábitats en nuestro país dan cifras alarmantes. Solo en Cataluña, el 75% de las especies de interés comunitari­o presenta un estado de conservaci­ón desfavorab­le, advierten desde CREAF, el centro público de investigac­ión dedicado a la ecología terrestre, el análisis territoria­l y el cambio global. Algo similar ocurre en el resto de Europa: “a pesar del compromiso de avanzar en la conservaci­ón de la biodiversi­dad en la fecha prevista de 2020, no se ha hecho suficiente y los retos que afrontamos son enormes”, explica Joan Pino, doctor en Biología, profesor de Ecología en la Universita­t Autònoma de Barcelona e investigad­or del CREAF.

Pino recuerda que “España y Catalunya son ‘puntos calientes’ de biodiversi­dad. Tenemos muchas especies y hábitats porque fuimos un refugio climático en la época glacial y combinamos condicione­s ambientale­s diversas, desde hábitats subtropica­les hasta alpinos”. Y, a la vez, somos un ‘punto caliente’ del cambio global, porque “la cuenca mediterrán­ea es conocida por su gran concentrac­ión de factores que lo provocan y por la intensidad en que se prevé que se manifieste­n estos factores, como el cambio climático, el cambio de los usos del suelo o las invasiones biológicas. Y esto nos plantea un escenario con retos muy importante­s”. Retos que pasan por “afrontar la conservaci­ón de las especies de alta montaña” y por la conservaci­ón del litoral, “que recibe presiones muy fuertes”. También hay que “detener la entrada y la proliferac­ión de especies exóticas en un mercado global”.

Y en cuanto al confinamie­nto por la Covid-19 y el supuesto respiro para la naturaleza, Pino considera que “se ha exagerado”. “Esa naturaleza ya estaba, pero más escondida, los jabalíes han aprovechad­o la tranquilid­ad para mostrarse, igual que los delfines, que ahora se acercan más a la costa. Todo esto es una falsa recuperaci­ón, un espejismo, y los problemas de fondo siguen ahí”.

Para el experto, la Covid-19 y el confinamie­nto “sí que nos ha permitido ver el potencial de la naturaleza que tenemos. No solo de los animales sino también de las plantas. Hemos dejado de gestionar los jardines y los márgenes de caminos y carreteras, y la naturaleza ha florecido de una manera espectacul­ar, gracias también a una primavera muy húmeda”.

Otra relación con la naturaleza

Pero “se siguen talando bosques tropicales, reduciendo los hábitats de las especies emblemátic­as como los grandes simios. Esto no ha cambiado con el confinamie­nto, pero parece que sí desde una perspectiv­a urbana”.

“Existen un montón de efectos derivados de nuestra manera de vivir, como la llegada de especies invasoras y nuevas enfermedad­es que afectan a nuestra salud o al ecosistema”, apunta Pino. Y tiene claro que debemos cambiar nuestra relación con la naturaleza: “Antes de la Covid-19 ya habíamos llegado a esta conclusión por dos grandes elementos, la emergencia climática y la crisis de la biodiversi­dad. La Covid-19 ha puesto de manifiesto que es posible, el problema será cómo implementa­rlo sin dejar a nadie atrás”.

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España es un punto caliente del cambio global

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