Por el endeudamiento estratégico
España es uno de los grandes países de la zona euro que menos dinero destinan a su economía para combatir los efectos recesivos de la pandemia de la Covid-19. Sin embargo, debería ser al contrario porque, probablemente, será el país que más duramente sufrirá el impacto de esta crisis, ya que afecta a su primer sector económico, que es el turismo.
El Gobierno de Pedro Sánchez se muestra muy prudente en la aprobación de ayudas para los sectores más afectados y en la adopción de un programa de inversiones para garantizar una recuperación rápida de la economía. Esa prudencia es buena en tiempos de actividad económica normal, pero puede tener efectos contraproducentes en situaciones de grave emergencia como la actual.
El Banco Central Europeo ofrece cubrir sin límite el endeudamiento de los países que necesiten aumentar su gasto público, y a ello se suman las millonarias inversiones ya prometidas por la Unión Europea. Esta oportunidad de mayor gasto público debe aprovecharse con astucia, responsabilidad, eficacia y consenso social, económico y político.
De entrada, esa mayor capacidad de recursos, aunque sean prestados, debería aprovecharse para evitar al máximo el cierre de empresas por falta de liquidez y sostener la estructura productiva y el empleo con objeto de que se reactiven todo lo posible tan pronto despunte la demanda, tanto nacional como internacional.
La fórmula de los ERTE ha sido muy acertada, pero no basta. Los créditos del Instituto de Crédito Oficial –la única inyección de liquidez a las empresas aprobada hasta ahora– se han concedido muy lentamente y llegan a los 65.000 millones de euros cuando el Gobierno había prometido más del 100.000 millones. Hace falta inyectar más liquidez a las empresas, sobre todo las pymes.
Otra prioridad urgente debería ser reforzar tecnológicamente el control sanitario del turismo para garantizar la seguridad y salvar al máximo la temporada. Asimismo, igualmente urgente es el refuerzo de la sanidad española, tanto en medios como en personal, para que a corto plazo pueda estar en condiciones de afrontar un probable rebrote de la pandemia, que sería dramático.
Junto a todo ello, además del apoyo a los colectivos más vulnerables, como ya se ha hecho con el ingreso mínimo vital, es urgente sentar las bases de la nueva economía post-covid-19 que propicie una mayor productividad , un mayor valor añadido , y que apueste por la digitalización de la sociedad, la economía verde, la educación, la movilidad eléctrica y los sectores emergentes de futuro.
La actual situación es una oportunidad de progreso. Si no aprovechamos la actual disponibilidad de recursos económicos para asegurar la supervivencia empresarial, la rápida salida de la crisis y la apuesta por el país del futuro, el endeudamiento se disparará igual, pero no para generar riqueza, sino para cubrir el gasto social derivado del agravamiento de la crisis.
España se equivoca al no apostar más intensamente para combatir la crisis y reconstruir la economía