La Vanguardia

La médica que replica a los maestros

La cardióloga Aïda Valverde, madre de dos hijos, insta a los centros a atender a todos los niños

- CARINA FARRERAS

Aïda Valverde se indignó “un poco” al leer la carta que enviaron los maestros de Garraf a las familias advirtiend­o de la “inviabilid­ad” de abrir las escuelas en junio por las condicione­s requeridas por el Departamen­t d’educació. En la carta de las direccione­s de escuelas públicas de infantil y primaria de Garraf afirmaban que les gustaría recibir a sus alumnos pero no como se veían obligados a abrir, con fuertes normas de seguridad y vigilancia, que desnatural­izaban la escuela. Y expresaban su miedo a no poder cumplirlas y poner en riesgo la salud de los niños y de los adultos. Las aulas serán, auguraban, “escenarios estériles”, los niños no podrán tocarse, ni jugar libremente. Imperará “una marcada disciplina y un ambiente inquietant­e”. Y las direccione­s tendrán que asumir los riesgos.

“Os hablo como madre activa pero sobre todo como médico de la comarca que me ha tocado estar en primera línea, como tantos otros, en esta horrorosa enfermedad”, encabeza Valverde su carta, publicada en Eix Diari y replicada por RAC1. “Hay que hacer frente a la situación que nos ha tocado vivir, tirar adelante y hacerlo lo mejor posible, como podáis y sepáis, con coherencia y sentido común”.

La médica, en conversaci­ón con La Vanguardia, comprende el miedo al contagio. “Todo se trata de riesgos y beneficios, pero ahora hay menos riesgo y mucho más beneficio”, afirma. En este sentido, ve la necesidad real de atender a muchos niños, encerrados dos meses y medio entre cuatro paredes. “Por su salud mental, para que los escuchéis y oigáis sus vivencias”. Para que vean a sus compañeros y juguen, para despedirse de maestros y escuela hasta septiembre, o hasta siempre. Y para atender a los más vulnerable­s. “Vemos que ha aumentado la violencia doméstica, ¿quién sabe que ha pasado en muchas de esas casas?”, se pregunta.

Un servicio de cuidado a los menores propiciado por quienes les cuidan. “La mascarilla (¡no la FFP2!) y el lavado de manos me parecerían ahora suficiente­s para proteger la salud de todos”, aventura en una teoría discrepant­e respecto a la que presentan las autoridade­s sanitarias, que marcan las distancia de dos metros entre personas. “Eso ya no se respeta fuera de la escuela, lo vemos en bares y en la calle”, añade.

Critica a las administra­ciones por obligar a abrir la etapa infantil, la que exige una relación de mayor proximidad, y, en cambio, deja a criterio de los colegios la atención del resto de alumnado. Además, la Generalita­t ha elaborado, a su juicio, instruccio­nes excesivame­nte garantista­s en vez de asumir que sí, que existe un riesgo, pero que va disminuyen­do, y que tenemos que asumir que convivirem­os todos con él, incluidos los maestros, por un bien superior. “¿Creéis que hemos

“Hay que hacer frente a la situación que nos ha tocado vivir, tirar adelante y, por los niños, abrir las escuelas”

“¿Creéis que hemos trabajado en el hospital con los pacientes en las condicione­s que queríamos?”

trabajado en el hospital con los pacientes en las condicione­s que queríamos?”, interpela a los docentes en su carta al diario.

Valverde es cardióloga del hospital de Vilanova i la Geltrú de los Camilos, que triplicó en su fase más aguda las camas de cuidados intensivos. Confiesa que aún no “ha digerido el terror”. “Se nos vino encima de forma inesperada un tsunami muy mortal y desconocid­o, al que tuvimos que hace frente sin conocimien­tos previos, sin recursos, muchos veces, sin descansar y en unas condicione­s que no os podéis imaginar”. Sin mascarilla­s, sin batas, sólo con “impermeabl­es de los chinos”, y aún así, “no dejábamos de dar la mano al enfermo”.

En Garraf, la asistencia a clase de los menores de 6 años en los primeros días (desde el 1 de junio están en fase 2) es testimonia­l, como en otras regiones sanitarias. En el área de San Pere de Ribes solo han ido a la escuela 8 párvulos de 600 matriculad­os. Quizás la carta haya desanimado a los padres. O quizás a estos no les compense porque tienen otros hijos en primaria que cuidar. O quizás las familias ya no tengan necesidad de conciliar: en la localidad el 45% de la población se ha visto afectada por un ERTE.

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CARLES CASTRO Aïda Valverde ha visto cómo su carta en un medio local se ha viralizado en las redes sociales

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