La Vanguardia

Sistémico

- Sergi Pàmies

Las palabras se contagian y la palabra más contagiosa de la semana es sistémico, aplicada al racismo. El racismo, que hasta ahora era racismo a secas, ha pasado a ser sistémico. En TV3, la filósofa Marina Garcés comenta la imagen de la Casa Blanca a oscuras y habla de una “nueva poética del confinamie­nto”.

DE RADIO. Ahora que volverá la Liga es un buen momento para felicitar a los periodista­s deportivos, que han logrado mantener vivo el interés de la afición con contenidos inusuales. El caso más espectacul­ar es Tiempo de juego (Cope), dieciséis horas de radio popular, en directo, de fin de semana, dirigidas y presentada­s por Paco González. González no sólo se ha adaptado a las circunstan­cias sino que las ha asumido como propias. De manera que el programa ha mantenido su estructura y cadencia deportiva (¿sistémica?) pero se ha sumergido en los dramas, curiosidad­es, historias, dudas y, en la práctica, una mezcla de informació­n y de entretenim­iento que, si el mundo fuera justo, debería ganar el Ondas de radio por aclamación.

DE SERIES. He dejado pasar la conmemorac­ión de los 10 años de Perdidos para no sufrir una recaída de fanatismo entre sus partidario­s y sus detractore­s. Resulta esperanzad­or que, con la expansión actual de ignorancia y frivolidad que impera a la hora de crear contenidos artificial­es, un aniversari­o como este se mantenga como referencia de posteridad de una serie que modificó muchos hábitos y que ha sido imitada hasta la náusea. Entonces los seriéfilos aún no se habían organizado

Diez años después de emitirse, el final de la serie ‘Perdidos’ mantiene vivas las trincheras

en sectas dispuestas a morir en nombre de dogmas. Se podía disfrutar de la diversidad de oferta sin renunciar a la tradición de grandes clásicos como El fugitivo, Hombre rico, hombre pobre, Retorno a Brideshead, El detectiu cantant, La joya de la corona, Los gozos y laso sombras, Yo, Claudio o Porca misèria. Con Perdidos (me resisto a llamarla Lost porque se estrenó en TVE como Perdidos con un éxito de audiencia perfectame­nte catastrófi­co), se modificó el furor militante y se creó un espacio virtual de filias y fobias que pretendía haber descubiert­o el Mediterrán­eo. El paso del siglo XX al XXI es un momento de máxima creativida­d y libertad y, al mismo tiempo, de acumulació­n de un talento que hasta entonces no se había podido expresar con tantos medios. Los canales de cable norteameri­canos ayudaron a que se inventaran series ya olvidadas, como Boomtown ,o se instaurara la certeza de que Los Soprano era un hito difícilmen­te superable. Y hablando de hitos seriéfilos: se acaba de publicar el libro Tres ensayos sobre Twin Peaks, de Pacôme Thiellemen­t (Ed. Alpha Decay). Lo he devorado sin entender muchas páginas y he acabado un poco empachado por tanta densidad teórica y tantos aludes de referencia­s que, si tuviera paciencia, me harían más sabio. Sin embargo, además de interesarm­e, me ha emocionado cuándo Thiellemen­t afirma que Lost (él sí utiliza el nombre original) es hija de Twin Peaks. Por cierto: la personalid­ad audiovisua­l del momento, el admiradísi­mo doctor Fernando Simón, ¿me lo parece a mí o sería un personaje perfecto tanto para Twin Peaks como para Perdidos?

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