Premio Princesa de Asturias de las Artes para la música de cine
El jurado reconoce la magia de Ennio Morricone y John Williams
Dos grandes y veteranos músicos del cine, el italiano Ennio Morricone (Roma, 1928) y el estadounidense John Williams (Nueva York, 1932), fueron reconocidos ayer con el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2020 por una larga trayectoria en la que han enriquecido con su talento cientos de películas inolvidables. Sin ellos, no existirían las bandas sonoras más reconocidas universalmente en la historia del séptimo arte.
Porque tan importante como las imágenes y la narración de los spaguetti western de Sergio Leone son las frenéticas melodías cargadas de dramatismo y tensión que Morricone creó para envolver la conocida Trilogía del dólar protagonizada por Clint Eastwood, o la sublime belleza acústica que rodeaba la maravillosa historia de amor al cine que era Cinema Paradiso, de Giuseppe Tornatore. Igual que ocurre con la característica banda sonora sinfónica de Williams con la que reconocemos de inmediato el universo épico de Star Wars, así como la entrada en acción del sanguinario Tiburón de Steven Spielberg, amigo con el que colaboró por primera vez en La loca evasión y en posteriores trabajos como Encuentros en la tercera fase, E.T. o la saga de Indiana Jones. Solo con dos notas, el neoyorquino se volvió eterno aterrorizando a millones de espectadores durante décadas.
El jurado del prestigioso galardón elogió “el valor fundamental de la creación musical para el cine” de estos dos compositores vivos venerados en todo el mundo y dotados de una “inconfundible personalidad” cuya “extensa y variadísima obra” tiene en común “su deslumbrante capacidad para traspasar géneros y fronteras”.
De Morricone, que el próximo 10 de noviembre cumplirá los 92, destacaron su habilidad para “poner música desde Europa al lejano oeste americano”, mientras que de Williams, de 88 años, vanagloriaron su capacidad para “trasladar el espíritu de la tradición sinfónica vienesa a grandes éxitos de Hollywood”. La persona viva con el mayor número de nominaciones a los Oscar, con un total de 52, la última obtenida el año pasado por Star Wars: El ascenso de Skywalker, Williams posee cinco estatuillas doradas por El violinista en el tejado, Tiburón, La guerra de las galaxias, E.T. y La lista de Schindler. Es el rey midas de las bandas sonoras en Hollywood: comedia, fantasía, drama, acción, ciencia ficción...no hay género que se le escape a la hora de dar luz a melodías que son parte de nuestras vidas, desde la espectacularidad de la composición del Superman encarnado por Christopher Reeve, pasando por el ruidoso transitar de los dinosaurios en Parque Jurásico o la música mágica que rodeaba las tres primeras películas de Harry Potter.
En 1952 fue reclutado para las Fuerzas Aéreas de EE.UU. donde se ocupó de la banda militar y en la década de los sesenta comenzó a componer bandas sonoras para series de televisión. Su primer gran éxito para la gran pantalla fue en La aventura del Poseidón (1972), que le llevó a que las empresas cinematográficas le encargasen un aluvión de músicas para películas de catástrofes. Desde entonces, este hijo de percusionista de jazz que aprendió a tocar el piano, el clarinete, la trompeta y el trombón, ha convertido en oro todas las obras que ha compuesto para más de un centenar de películas. Ha creado sinfonías y conciertos para flauta, violín, clarinete, viola, oboe, chelo y tuba y ha compuesto por encargo para varias orquestas. Su talento es infinito y, de momento, no piensa en retirarse.
Tampoco está por la labor su compañero de galardón Ennio Morricone, en activo desde 1946 y autor de más de 400 bandas sonoras. “He elegido escribir música como una forma de comunicación. La música, de hecho, sin que haya nadie que la escuche, no tiene sentido. He trabajado toda la vida tratando de mejorar, intentando no estar nunca parado, de no sentarme jamás y mirar hacia atrás, a todo lo que he hecho (...) Hoy es un día para reflexionar y pensar en el camino recorrido, sentir con humildad y gratitud que, quizá durante mi trabajo, he sido capaz de llegar a las personas y compartir con ellas la experiencia única que es la música. Esto es lo que significa para mí el Premio Princesa de Asturias de las Artes”, declaró tras la concesión del galardón, dedicado a su mujer María. “Sin ella, no habría tenido la tranquilidad para dedicarme a la música en este largo viaje que he vivido”.
La batuta del versátil Morricone, que empezó a tocar la trompeta de niño y compuso su primera obra a los seis, ha alumbrado la banda sonora de más de quinientas películas y series de televisión. Son míticas sus composiciónes para El bueno, el feo y el malo , de Leone, en las que apenas un par de notas de flauta y de arpa lograba introducir al espectador en el ambiente del western; la mencionada Cinema Paradiso o la embriagadora pieza que captaba la variedad de culturas que aparecen en La misión, de Roland Joffé.
Colaboró con Bertolucci en la monumental Novecento, y al lado de Juan Luis Buñuel en Leonor y Pedro Almodóvar en Átame. Según reconoció en un libro-entrevista con su colega Tornatore, sus composiciones se asientan sobre los pilares de Johann Sebastian Bach e Ígor Stravinski. Su carrera se ha visto distinguida con un Óscar honorífico en el 2006 y otro más tardío que no llegó hasta el 2016 con Los odiosos ocho, de Quentin Tarantino. Actualmente prepara la banda sonora de la película animada The Canterville ghost.
El jurado elogia “el valor fundamental de la creación musical para el cine” de estos dos compositores vivos