“Era un deportista, con su dosis de chulería”
Gabriel Guruceta (San Sebastián, 1982) apenas conoció a su padre, que falleció en accidente de tránsito en 1987, cuando él tenía 5 años. Le sorprende que todavía ahora, pasados 50 años del famoso escándalo y más de 30 de la muerte del árbitro guipuzcoano, aún se le
recuerde de forma tan vívida.
¿Por qué cree que se sigue hablando de Guruceta?
Yo creo que en buena parte por la época en que él fue árbitro. Ahora es distinto, son profesionales, están más mediatizados. Pero entonces el árbitro solía ser un señor gordito, bajito... En cambio mi padre era un deportista, un personaje distinto, con su dosis de chulería, y se le veía como una figura más del mundo del fútbol.
¿Usted ha seguido la senda del fútbol o el negocio de calzado deportivo
de su padre?
Yo he sido comercial y ahora estoy en la hostelería. Tengo negocio propio y no trabajo para nadie. El fútbol siempre me interesó más bien poco, aunque claro, con mi apellido...
¿Y lo de las zapatillas?
Nada, mi madre, que era muy joven cuando el accidente, no quiso seguir con aquello.
Hace poco recuperó el silbato de su padre...
Sí, eso fue curioso. El año pasado me escribió una mujer diciendo que tenían el silbato que llevaba mi padre cuando el accidente. Se ve que su pareja había sido operario de mantenimiento de carreteras y estuvo en Fraga por el accidente. Vio un objeto que brillaba... y era el silbato. Lo ha guardado treinta años, hasta que me localizaron en Facebook.
¿Y es de su padre, seguro?
Sin duda. Es idéntico a otro que tengo en casa, de los jueces de línea no iba a ser, porque no llevan. Y luego compañeros suyos lo han reconocido como el modelo que utilizaba él.
¿Es especial?
Bueno, es chiquitín, metálico, de marca italiana [Barilla] y no es un vulgar silbato de plástico, por supuesto. Desde que lo recuperé lo llevo conmigo siempre.
¿Algún otro contacto con el mundo arbitral?
El año pasado me invitaron a entregar el premio al mejor árbitro de la Liga, el trofeo Guruceta. [Lo recibió Carlos del Cerro Grande].
Aunque no la vivió ni pudo comentarla nunca con su padre, ¿qué imagen se ha hecho de la famosa polémica del penalti?
Yo creo que ahí hubo mucho de política, ya se sabe, un Barça-madrid... Por lo que me ha contado la gente que le conoció lo que es innegable es que a propósito no iba a hacerlo, ¿no? Pero el tema político lo envenenó todo. Y claro, bueno era mi padre en eso, era de los que no se callaban, que le daba igual ocho que ochenta. Vaya, como hay que ser, ¿no?
UN REGALO INESPERADO
“El año pasado recuperé el silbato que mi padre llevaba el día del accidente y ya no me separo de él”