La Vanguardia

Las pruebas de estrés

- Màrius Carol

Luis Garicano ha calificado la crisis de la Covid 19 como una prueba de estrés de las sociedades, la economía y las institucio­nes. A su juicio, España ha pasado este test con luces y sombras: los ciudadanos por su disciplina y los sanitarios por su entrega se llevan la mejor nota, las empresas han intentado parar el golpe pero necesitará­n un plan de reconstruc­ción que requerirá reformas en profundida­d y la Administra­ción ha demostrado graves deficienci­as y errores de planificac­ión.

En la misma línea, el Círculo de Opinión, un foro independie­nte de la sociedad civil que congrega a una cincuenten­a de personalid­ades –entre las que figuran la filósofa Victoria Camps, el economista Fernando Becker,

el sociólogo Juan José Toharia, el jurista Santiago Muñoz Machado o el oncólogo molecular Alberto Schumacher–, ha dado a conocer un documento en el que resalta que la gestión de la emergencia sanitaria en nuestro país se abordó tarde, no dispuso de los suministro­s, tomó decisiones contradict­orias, no funcionó bien el mando único y rehuyó inicialmen­te del control parlamenta­rio y periodísti­co. Pero pone igualmente de manifiesto que países de mayor tamaño como China o Estados Unidos a la cabeza, pero también el Reino Unido, Francia o Italia, tampoco han sabido abordar a tiempo medidas para evitar o aminorar la tragedia. El Círculo de Opinión pide para afrontar en todas sus dimensione­s la crisis sanitaria, social, económica y política un gran acuerdo firmado por los principale­s partidos políticos y refrendado por los agentes sociales más representa­tivos. El documento da pautas, pero antes pide despolitiz­ar la crisis, crear un clima de acercamien­to y confianza mutua, y considerar el acuerdo como bien democrátic­o.

Pero ni en una situación de extrema gravedad como la que vivimos parece posible conseguir un pacto de mínimos. La estrategia de la tensión está más presente que nunca. La derecha ha temido que la gestión de la crisis consolidar­a a Pedro Sánchez, como le ha ocurrido a Giuseppe Conte en Italia, y se ha apuntado a la crispación –la trumpista Isabel Díaz Ayuso ha dicho en las últimas horas que “Unidas Podemos son peores que el virus,” lo que es una falta de respeto no solo a una fuerza política sino también a las 27.000 víctimas– y a conseguir en los tribunales lo que no logra en el Congreso. Movilizar a la Guardia Civil para poner en la picota al doctor Fernando Simón y a continuaci­ón al ministro Salvador Illa con sus informes manifiesta­mente mejorables no conduce más que a subir la apuesta del enfrentami­ento.

Hay quien ha calificado el clima que se vive en Madrid de guerracivi­lista, lo que parece una exageració­n. No lo es menos que en sede parlamenta­ria se hable de golpes de Estado y tenga que salir un día la ministra de Defensa Margarita Robles para decir que en la Guardia Civil no hay riesgo de insubordin­ación y al siguiente añadir que tampoco lo hay de asonadas. Este país no puede descarrila­r de la historia, por más que los tests de estrés los suspenda su torpe clase política.

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