La Vanguardia

El tranvía azul, el funicular y el tren de Aragó

-

Àngel Guimerà y Enric Morera visitan a mossèn Cinto en Vil·la Joana, la casa que el antiguo alcalde de Sarrià, Ramon Miralles, puso a disposició­n del poeta para facilitar su restableci­miento de la tuberculos­is. Àlvar Valls hace hablar a los personajes como si fueran nuestros parientes, unos bisabuelos o unos tíos-abuelos de los que tenemos un buen recuerdo. Empar, la hija de doña Deseada ( la mujer con la que decían que mossèn Cinto estaba liado) les ofrece una copita de estomacal. Guimerà dice que estomacal no, pero que agradecerí­a un vaso de agua. Tienen calor porque han venido a pie desde el Tibidabo.

Han subido en el tranvía azul y en el funicular. Es el 31 de mayo de 1902 y eran una novedad. El músico Morera pregunta a Verdaguer si ha montado en ellos. Ha oido hablar. Le han dicho que el tranvía es bonicoi. Pero el funicular... ¿es seguro?

Entre l’infern i la glòria está llena de estas pinceladas vivas. Aparecen en ella trenes, teatro y cines, y Verdaguer (que no es Baudelaire) los mira con incredulid­ad y recelo. Es muy interesant­e históricam­ente y psicológic­amente. La guinda: en Vil·la Joana, Verdaguer añora cuando vivía en la calle Aragó; echa en falta la realidad sensible de la vida barcelones­a. En aquella época el tren corría por una zanja, no hi había túnel, y Verdaguer añora el humo, que le perjudicab­a los pulmones. Eso es Entre l’infern i la glòria: una novela sensible. O mejor aún: sensitiva.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain