Nueva Zelanda da por eliminado el virus y vuelve a la normalidad
Era el mes de marzo cuando, con solo un puñado de infectados, Nueva Zelanda anunció que su estrategia se basaría en eliminar el virus en lugar de frenar su transmisión. Impuso uno de los bloqueos más estrictos del mundo, pidiendo a la gente que se quedara en casa y permitiendo operar solo a los servicios esenciales. Ha sido duro. Su economía ha sufrido. Pero dos meses y medio después, pueden cantar victoria.
Tras dar de alta a su último paciente infectado, Nueva Zelanda anunció ayer que quedan retiradas todas las restricciones, menos en la frontera. “Estamos listos para la vuelta a la normalidad”, dijo la primera ministra, Jacinda Ardern.
Se reanudan los eventos públicos y privados, incluida una liga de rugby que el fin de semana espera volver a llenar estadios. Educación, comercio, hostelería y transporte público funcionarán sin las medidas de distanciamiento social presentes en gran parte del mundo. Se celebrarán bodas y funerales sin restricciones. Y comenzará el rodaje de grandes producciones internacionales –como la secuela de Avatar–, que acuden al país atraídos por sus imponentes escenarios naturales.
Normalidad sí, pero sin bajar la guardia. “Aunque estemos en una posición más fuerte y segura, sigue sin haber un camino fácil de regreso a la vida anterior a la Covid-19”, advirtió Ardern, que llamó a centrar los esfuerzos en la economía.
El primer caso se registró a finales de febrero. Poco después, la mandataria declaró la emergencia nacional y presentó su plan para eliminar el virus en cuatro etapas. Tras decretar el cierre total el 25 de marzo, fue relajando progresivamente las restricciones. En principio, estaba previsto mantener el nivel dos de alerta (en una escala de 1 a 4) hasta el 22 de junio, pero tras 17 días sin registrar ningún caso nuevo y sin infectados ingresados, se adelantó la fecha. En total ha habido 1.154 contagios y 22 muertos.
Todos los neozelandeses que regresen del extranjero se someterán a una cuarentena de 14 días. Mientras, se trabaja en una burbuja aérea con Australia que permita los viajes turísticos entre ambos, aunque no hay fecha. También se prevé el uso de un código QR que hay que escanear a la entrada y salida de los negocios, lo que permitirá el rápido rastreo si surge un nuevo brote.
La gestión de Ardern ha recibido elogios en casa y en el extranjero y su apoyo sube en las encuestas, forzando a la oposición a sustituir a su líder a cuatro meses de las elecciones. Aun así, podría perjudicarle el previsible aumento del paro o las críticas por sus medidas extremas (Australia ha logrado resultados similares sin tantas restricciones).