El libro de las pérdidas
J.A. MASOLIVER RÓDENAS
Nacido en Guadalajara, Jalisco, en 1973, Juan Pablo Villalobos es licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad Veracruzana y doctor en Teoría Literaria y Literatura Comparada por la Universitat Autònoma de Barcelona. Desde el 2003 vive en Barcelona. Se sintió atraído por la capital catalana no por García Márquez, por Vargas Llosa o por Bolaño, sino por Sergio Pitol. Otra razón para quitarnos el imaginado sombrero ante un escritor al que respetamos desde su primera novela, Fiesta en la madriguera (2010), hasta la ganadora del premio de Novela Jorge Herralde 2016, No voy a pedirle a nadie que me crea, comentada elogiosamente en estas páginas. Admirador, junto a Pitol –al que asumimos conoció en Xalapa–, de Ibargüengoitia y Monterroso, el humor ha sido uno de los rasgos más notables de su escritura.
Pero en La invasión del pueblo del espíritu asistimos a un cambio radical. Hay amenidad, pero no humor. México, un rasgo dominante en su escritura, no aparece explícitamente aquí, como no aparece nombrada Barcelona ni el barrio de Gràcia donde reside. La elusión está siemprepresente,sibienesimportanteel origen de todos los personajes. Gastón elude la pregunta sobre su origen territorial; ignoramos el nombre de la adormecedora; la amistad de Max y Gastón está llena de sobrentendidos y eufemismos; se nos habla de la sala de reuniones con la bandera de la ciudad y tiene una importante presencia “el mejor futbolista del mundo”, que fácilmente identificamos con Messi, con su miedo, sus ataques de ansiedad, sus problemas gástricos o su incapacidad de ganar el Mundial “para los suyos”. La misma imprecisión por lo que se refiere al origen de los habitantes de “la ciudad”, procedentes sobre todo de América Latina. La gran excepción son los lejanorientales, que ocupan un espacio central en la novela. Víctimas del racismo, se dice de ellos que “han ido comprándolo todo en el barrio”, la gente no les quiere, se critica la mala calidad, les roban o destrozan sus tiendas. Aunque no se precise su procedencia, para los barceloneses es fácil identificarlos.
Por el contrario, los personajes están perfectamente caracterizados. Mucho de lo que sabemos de ellos es a través de los frecuentes mensajes que reciben. Gastón, rico heredero procedente del Cono Sur, es propietario de un codiciado huerto, que juega un importante y hasta sorprendente papel en la novela. Su gran preocupación es su perro Gato, a quien se le llenan los ojos de lágrimas cuando ve a su amo recogiendo el excremento salpicado de sangre. Para sacrificarlo acude a una adormecedora, con la que “si ésta fuera una historia romántica seguramente estaríamos llegando al clímax, al momento en que los sentimientos de Gastón y de la adormecedora se revelan”, algo que, dentro del espíritu de la novela, no ocurrirá. En cuanto a Max, su mejor amigo, está pasando una mala época: su hijo Pol se ha ido lejos y, sobre todo, ha perdido el restaurante que, ya sin clientes, es el local que más frecuentamos. Gastón, que hace todo tipo de gestiones para ayudarle a recuperarlo, está dispuesto a abrir uno a la entrada del huerto. En cuanto a Pol, es biólogo y ha huido de la inhóspita Tundra con un secreto que será una revelación y que decidirá, en un inesperado tour de
force de ciencia ficción, el destino de una novela que en realidad es una crónica en la que, para regocijo de los lectores, el cronista interviene –nuevo hallazgo del brillanteautor–descaradamente.