La layetana cola de Marsupilami
La mayoría de chanzas a costa de las nuevas aceras amarillas de la Via Laietana se ensaña con sus motas negras para atribuirle un carácter flamenco. Pero la mejor parodia de esta iniciativa municipal es la de Albert Mestres, de la tienda de cómics Continuará, a quien las nuevas aceras de su calle le recuerdan a Marsupilami, personaje de viñeta y larga cola amarilla con lunares que no cesa de meterle en problemas. “La opción Marsupilami fue un error –dice Mestres al otro lado de su mascarilla–. Muchos creen que es un carril bici. Por ahí se meten patinadores, ciclistas, peatones... y todo son sustos”. Uno de los inconvenientes de las mascarillas es que no sabes si tu interlocutor se está cachondeando de ti.
“En serio, se lo dijimos a los técnicos municipales: ¡Os habéis confundido! si hubierais leído El paseante de Guillen Cifré habríais pintado las aceras con imágenes de peatones y todo iría mejor”. Sí, los dibujos de Cifré son más apropiados. Y también es cierto que por aquí no pasea mucha gente. Hace un calor ligeramente asqueroso. La avenida se convirtió en una vía rápida para llegar a la playa pedaleando, pero no en un punto de encuentro. La gente sigue tratando de dejar atrás la Via Laietana lo antes posible, ahora con una sombrilla en la espalda. “Todo lo hacen sin preguntar –añade hojeando el libro de Cifré–, y así estamos: otro sábado mano sobre mano, con todo el tráfico cortado ¡no baja ni el bus! ¿cómo esperan que sobrevivamos? y parece que quieren que estos cortes sean definitivos... Pues en enero todos cerrados”.
A finales de mayo el gobierno de Colau dijo que los cortes de los grandes ejes los fines de semana se prolongarían hasta finales de junio, pero los comerciantes sospechan que en su lucha contra el coche los comunes ya planean ampliar la medida. Los primeros en poner el grito en el cielo fueron los del Gòtic, los de Barna Centre, la entidad presidida por Teresa Llordès. Y ayer fue el turno de los comerciantes del otro lado de la arteria. Su malestar se agravó cuando se enteraron de que Montjüic reestrenó este fin de semana unos cuantos buses. David Barroso, vicepresidente de los paradistas de Santa Caterina, dice que la situación es horrible, que el sábado era su gran día y que ahora apenas venden el 40%, que la gente que viene a hacer la compra de la semana necesita el coche. “Y si a la gente mayor de la Barceloneta la dejas sin bus pues tampoco vienen”. Y Juan Carlos Arriaga, portavoz de los comerciantes del Born, está aún más enfadado. “Pasamos de la ruina a la miseria . Los últimos clientes locales tampoco pudieron venir este fin de semana al centro de Barcelona. Un desastre. Y encima el Ayuntamiento quiere prolongar la medida, como si quisiera que cerremos los pocos que quedamos”.