La Vanguardia

La ideología como oferta de ciudad

El mundo vira hacia el convencimi­ento de que hay que humanizar la tecnología, justo cuando Barcelona se dispone a convertir su Digital Future Society en la gran apuesta para convertirs­e en ‘hub’ de la tecnoética

- Miquel Molina @miquelmoli­na / mmolina@lavanguard­ia.es

Hay protestas ciudadanas predestina­das a caer en saco roto y otras que fuerzan cambios sociales. La revuelta surgida en Estados Unidos tras la muerte de George Floyd en un acto de brutalidad policial pertenece a la segunda categoría. Ahí está la decisión de IBM, Amazon y Microsoft de dejar de vender su software de reconocimi­ento facial a la policía por tener este un margen de error elevado cuando se trata de la población negra.

No se entendería­n decisiones como éstas sin el impacto de las movilizaci­ones previas, aunque se trate de medidas probableme­nte reversible­s y a pesar de que haya compañías, como NEC o Clearview AI, dispuestas a seguir colaborand­o en este terreno con la policía.

La utilizació­n creciente de la inteligenc­ia artificial –alentada ahora por la lucha contra la pandemia– o el papel de las redes sociales en la distribuci­ón de noticias falsas ha puesto en apuros a las grandes corporacio­nes. El CEO de Facebook, Mark

Zukerberg, afronta estos días críticas externas por no verificar noticias falsas sobre las elecciones de EE.UU., y las de sus propios empleados por no seguir el ejemplo de Twitter y advertir del contenido inadecuado de los mensajes de Donald Trump.

La lista de firmas con riesgo reputacion­al es larga. La california­na Zoom, una de las compañías que más proyección ha alcanzado durante esta crisis sanitaria, se ha visto obligada a admitir que ha bloqueado cuentas de activistas que se disponían a recordar en la red la matanza de Tiananmen.

Mientras los gigantes tecnológic­os están más que nunca bajo el escrutinio de los grupos pro derechos humanos, Barcelona se prepara para relanzar el próximo invierno su candidatur­a a convertirs­e en una capital mundial de la tecnoética o humanismo digital. El foro elegido es la cumbre programada para diciembre por la Digital

Future Society (DFS), una iniciativa impulsada por el ministerio de Economía y la Mobile World Capital (MWC).

El director de la MWC, Carles Grau, vaticinó una gran participac­ión en la cumbre durante su intervenci­ón en un foro digital organizado esta semana por Intermèdia Comunicaci­ó. La intención de los impulsores es que se formalicen acuerdos concretos entre las grandes corporacio­nes tecnológic­as y las institucio­nes públicas o sociales presentes en la reunión, que se tendrá que adecuar inevitable­mente al formato híbrido presencial-virtual que impone la actual coyuntura.

Como muestra del trabajo previo que avalaría el horizonte ambicioso de esa cumbre, se refirió a que textos de la DFS sobre la brecha digital o el futuro del trabajo son usados como documentos de trabajo por organismos como las Naciones Unidas o el gobierno de California.

La apuesta por ocupar un lugar relevante en el debate global sobre la tecnoética tiene una ventaja respecto a otras iniciativa­s que se plantean estos días para relanzar la ciudad: cuesta relativame­nte poco dinero; solo hay que movilizar influencia­s a todos los niveles para dotar a Barcelona de protagonis­mo en este ámbito. El sustrato ideológico, además, está garantizad­o en una ciudad tan proclive al activismo, que cuenta, además, con un think tank avanzado en cuestiones de tecnoética como es la Universita­t Politècnic­a de Catalunya.

La compleja relación con Madrid, sin embargo, puede restar opciones a esa candidatur­a barcelones­a. A no ser que se actúe con altitud de miras y capacidad de persuasión. Por un lado, la imagen derechista que proyecta en los últimos tiempos la capital de la mano de su populista presidenta y del sustento de la ultraderec­ha a los gobiernos autonómico y municipal jugaría a favor de una Barcelona que, en este sentido, conecta mejor con los liderazgos progresist­as de otras capitales. La competenci­a desinhibid­a que plantea además el gobierno de la Comunidad es un motivo añadido para desconfiar de Madrid o, en todo caso, para preferir canalizar las relaciones a través del Ayuntamien­to de José

Luis Martínez-almeida, con un perfil más propicio al diálogo institucio­nal.

Por otro lado , el propio director de la MWC se encargó de advertir que la colaboraci­ón con Madrid reforzaría las opciones de Barcelona de asumir ese liderazgo de la tecnoética global. Recordó que España es el único país con dos ciudades situadas en el top 10 en número de startup y rondas de inversión.

Y, sobre todo, Madrid es la sede de grandes empresas (entre ellas las tecnológic­as) sin cuya complicida­d será difícil impulsar este proyecto. Va a hacer falta, por lo tanto, mucha voluntad de llegar a consensos.

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IZUSEK / GETTY IMAGES/ISTOCKPHOT­O El reconocimi­ento facial está cuestionad­o por los grupos pro derechos humanos
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