La vida hay que disfrutarla
Cuando hará casi un año apareció en el mercado el ep Nocturns de vetlla i revetlla, Joan Garriga ya estaba mostrando las armas del que entones era su flamante nuevo proyecto, un Mariatxi Galàctic con el que viajar a lo largo y ancho de las músicas sin mayores objetivos apriorísticos. Es decir, no buscar la experimentación o la innovación necesariamente como elementos conceptuales, sino más bien ampliar la paleta de colores sonoros, sobre todo de latinidades, en un muy loable ejercicio de aprendizaje con toque propio.
El cambio de nombre de su vehículo –antes había sido La Troba Kung-fú, y antes Dusminguet– tiene la significancia que cada uno le quiera dar, pero da la sensación de este mariachi es un capítulo más de un mismo viaje vital-personal-artístico iniciado hace un montón de años. Y que desde esta perspectiva, existe una clara línea de continuidad entre los combos de músicos que le han ido arropando. En este momento, cuenta con la muy significativa presencia de la guitarra de Madjid Fahem, que templó cuerdas junto a Manu Chao. Lo importante, en cualquier caso, es que El ball i el plany es una obra de inusitada madurez, en la que quizás de forma inconscientemente paradójicamente cohabitan reflexiones de profundidad existencial muy entendibles con una amalgama de ritmos y sonoridades que invitan al hedonismo, al disfrute y al baile. Que la vida hay que disfrutarla, ya sea con rumbias o con canciones tan eufóricamente redondas como Cariñosa, donde cohabitan vallenato y reguetón.