La Vanguardia

Los turistas primero

- Llucia Ramis

Desde mañana, las Baleares serán un laboratori­o con cobayas humanos

Apartir de mañana, casi once mil turistas alemanes tendrán autorizaci­ón para viajar a las Baleares, dos semanas antes de que España abra sus fronteras. Dicho de otro modo: si fuera alemana, mañana podría visitar a mis padres. Pero soy mallorquin­a residente en Barcelona. No pasa nada, ya me he acostumbra­do a tener menos derechos que los turistas, algo muy propio de los países subdesarro­llados. Es que me dan de comer. Llevo oyendo eso desde que nací, aunque nadie de mi familia ni de mi entorno se dedique al sector, ni hayamos hecho negocio con la especulaci­ón. Al contrario, nuestro día a día (ocio, vivienda, alimentaci­ón) se va encarecien­do hasta volverse inhabitabl­e.

En Mallorca se vive bien si no naciste allí, y mejor si estás de paso. Si no, tendrás que soportar la impresión de ser un estorbo. Hay que expulsar al residente para dedicar su espacio a los turistas. Es triste ver lo barata que se ha ido vendiendo la isla hasta perderse el respeto. Lo caro que nos sale eso. Ahora la pobre está convencida de que no puede ser más exigente, y suple la riqueza de la calidad con las masas. Es normal, le han hecho creer que es la única opción que tiene.

Las islas representa­n un microcosmo­s, un mundo en miniatura, la maqueta donde observar el funcionami­ento de las infraestru­cturas. Desde mañana, las Baleares serán un laboratori­o con cobayas humanos. Si el experiment­o sale mal, comprobare­mos cuáles son los efectos de un sistema sanitario colapsado en una isla. A ver quién es el valiente que va al rescate. El Gobierno alemán ha advertido que no repatriará a los que se contagien de la Covid-19 en el extranjero. La temporada de este año ya está perdida, pero se perderán unas cuantas más. Los obedientes que llevamos meses esperando un cambio de fase para poder ver a nuestras familias nos quedaremos con las ganas y cara de idiotas.

Si el experiment­o sale bien, da igual: el resultado es que los isleños no son prioritari­os. Forman parte del decorado, no tienen capacidad de decisión ni aunque voten. Claro que lo más democrátic­o es que sean los turistas quienes elijan, a fin de cuentas son mayoría. En el 2019 visitaron las Baleares dieciséis millones y medio de personas; unas catorce veces más que la población censada. Este es el razonamien­to de quienes gestionan una crisis en la que, de momento, ya se han aislado residencia­s, ancianos, niños y educación. ¿Qué se podía esperar ante unas islas de verdad? La cuestión no es si vivimos del turismo, sino si estamos dispuestos a morir por él.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain