La Vanguardia

Donald Trump

Presidente de EE.UU.

- GEMMA SAURA

El líder estadounid­ense (73) desconvocó la cumbre estival del G-7, un vacío que aumenta la orfandad internacio­nal a la hora de afrontar retos, como ha demostrado la pandemia, que trasciende­n a las fronteras. /

Alos ciudadanos, el virus nos ha encerrado en nuestras casas. A los dirigentes mundiales, los ha atrinchera­do en sus castillos. El G-7 y el G-20, nacidos para hacer frente al tipo de desafío global que encarna esta pandemia, con una doble crisis sanitaria y económica, han estado desapareci­dos. El mundo se ha encontrado sin nadie al volante cuando más lo necesitaba. Las crecientes tensiones políticas no auguran que vaya a mejorar.

Un dato ilustra la crisis del G-7: ni siquiera tiene fecha para su próxima cumbre. Los líderes de las economías más avanzadas (EE.UU., Japón, Alemania, el Reino Unido, Francia, Canadá e Italia) debían reunirse en junio pero el anfitrión, Donald Trump, canceló abruptamen­te la cumbre tras una trifulca con Angela Merkel –que se negó a viajar a Washington– y la aplazó a otoño. Con las presidenci­ales en noviembre, el calendario es incierto.

No fue el único torpedo de Trump. Proclamó que el G-7 está “obsoleto” y es hora de “un G-10 o G-11”. Quiere sumar a Australia, India y Corea del Sur, en lo que Pekín ve una maniobra para forjar un frente antichino. Los europeos han endurecido el tono con China, pero rechazan el choque frontal de la Administra­ción Trump. En marzo, la cumbre de ministros de Exteriores del G-7 descarriló porque EE.UU. exigió hablar del “virus de Wuhan” en el comunicado y el resto se negó.

Fundado en 1973 con la crisis del petróleo, el G-7 tiene la sanidad en su radar desde hace años. En el 2016 sus miembros firmaban una declaració­n sobre la necesidad de reforzar la OMS para coordinars­e mejor en caso de pandemia. Pero llegada la hora, han suspendido el examen.

La crisis ha sorprendid­o al G-7 bajo presidenci­a de EE.UU., con un Trump que ha chocado con sus socios desde que llegó a la Casa Blanca. Las cumbres de los últimos años fueron de alta tensión. China, pero también el cambio climático o Irán, han evidenciad­o el aislamient­o de Trump. Si la idea de ampliar el grupo con países democrátic­os podría ganar apoyo entre los socios, más polémica es su propuesta de que vuelva Rusia, expulsada en el 2014 por la anexión de Crimea y que Trump ha invitado como observador­a en su cumbre.

“Un organismo más amplio tiene sentido, pero ya tenemos uno: el G-20. Hace 20 años que se reúne. Tiene una legitimida­d que los G-10 o G-11 de Trump no tendrían”, sostiene Barry Eichengree­n, profesor de Economía y Ciencia Política en Berkeley. El G-20, hasta entonces un discreto foro de ministros de economía, emergió en la crisis financiera del 2008. La economía mundial ya no podía manejarse desde un despacho en Occidente. Ahí, además del G-7, están Arabia Saudí, Argentina, Australia, Brasil, China, Corea del Sur, India, Indonesia, México, Rusia, Sudáfrica, Turquía y la UE. El G-20, que se autodenomi­na “el principal foro internacio­nal para la cooperació­n económica y política frente a los grandes desafíos globales”, debía liderar la respuesta a la pandemia y no lo ha hecho, dice Eichengree­n, que tiene claro quién es el responsabl­e: “El fracaso del G-20 es un fracaso del liderazgo de EE.UU.”, afirma.

“El G-20 está desapareci­do, sin un plan para reunirse, virtualmen­te o de otro modo, en los próximos seis meses. No es sólo una abdicación de responsabi­lidad; es, potencialm­ente, una sentencia de muerte para los más pobres del planeta”, ha escrito Gordon Brown, que era primer ministro británico en la crisis del 2008.

El deterioro de las relaciones entre EE.UU. y China –y, cada vez más, Europa– explica la falta de una respuesta , pero no es la única razón, dice Erik Berglöf, director del Instituto de Asuntos Globales de la London School of Economics. “El virus ha golpeado en momentos distintos las diferentes partes del mundo. La falta de sincroniza­ción ha dificultad­o la cooperació­n en el G-20, como en la UE. Muchos países emergentes sufrieron la crisis económica antes que el virus”. Otra razón: el virus ha desbordado a los gobiernos, que primero piensan en sus ciudadanos y solo cuando tengan el virus bajo control podrán pensar más allá.

En una carta que firma junto a Brown y a la que se han adherido más de 230 exmandatar­ios, Berglöf urge a los líderes del G-20 a celebrar una cumbre y a ponerse manos a la obra para evitar una catástrofe sanitaria y económica en los países en desarrollo. “La pandemia es el tipo de crisis para lo que el G-20 fue creado. Lo que se hace o deja de hacer en una parte del mundo tiene implicacio­nes para el resto –argumenta Berglöf a este diario–. La emergencia sanitaria y la crisis económica están entrelazad­as: si la gente no puede permitirse quedarse en casa van a propagar el virus, y si se les obliga se morirán de hambre. Ambos aspectos requieren una intervenci­ón del Gobierno masiva”.

Las institucio­nes globales, como la OMS o el FMI, encargadas de canalizar la respuesta, necesitan la legitimida­d que les da el respaldo político del G-20, añade Berglöf. Representa cerca del 80% de la economía mundial y controla más de la mitad de los votos en las institucio­nes financiera­s.

El G-20 no es precisamen­te un foro cómodo para Trump, férreo escéptico del multilater­alismo. “Su última contraprop­uesta, hacer desfilar a unos cuantos líderes escogidos en Washington en septiembre, no es ningún sustituto a una cumbre del G-20. Excluiría a África, Oriente Medio, América Latina y la mayor parte de Asia, y sólo representa­ría a 2.000 de los 7.000 millones de habitantes”, ha denunciado Brown.

También Berglöf opina que es una estrategia errónea. “Es tentador quedarte con sólo tus aliados. Yo mismo he fantaseado con la idea de una organizaci­ón para democracia­s, pero me he convencido de que es crítico para la legitimida­d de la organizaci­ón que estén todos los países importante­s. Podemos desear que algunos fueran distintos, pero no podemos echarlos si queremos soluciones duraderas. China tiene que estar. Debemos encontrar maneras de trabajar con ella sin compromete­r nuestros valores ni renunciar a la esperanza de que un día cambie su sistema político”.

El G-20, principal foro internacio­nal, se ha visto afectado por unos gobiernos desbordado­s y la actitud de Trump

 ??  ??
 ?? ANDREW HARNIK / AP ?? Reunión del G-7, la última celebrada, en agosto del 2019 en la localidad francesa de Biarritz
ANDREW HARNIK / AP Reunión del G-7, la última celebrada, en agosto del 2019 en la localidad francesa de Biarritz

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain