La Vanguardia

No es una trampa para elefantes

- Màrius Carol

No fue una trampa para elefantes. Los que crecimos con las películas de Tarzán sabemos que el paquidermo cuando ha caído en ella ya no puede salir. La cumbre de la CEOE que se inició esta semana –y que se alargará diez días para que puedan intervenir los líderes empresaria­les de las principale­s compañías del país– no fue concebida como una emboscada. No está el empresaria­do entusiasma­do con este Gobierno, pero posiblemen­te entiende que tampoco existen alternativ­as, así que la sesión inaugural pudo verse más ganas de contribuir a encontrar salidas a la economía tras la crisis de la Covid-19 que de romper las cartas. Y más allá de las tensiones entre el poder político y el económico, existe la certeza de que UP dificulta la relación, si bien se reconoce que su presencia en el Consejo de Ministros contribuye a mantener tranquila la calle.

Así que las élites económicas y financiera­s han decidido salir de su zona de confort para exponer sus propuestas públicamen­te. El establishm­ent de este país ha visto que Pedro Sánchez jugaba con inteligenc­ia sus cartas en Europa, consiguien­do que Angela Merkel se convirtier­a esta vez en valedora de las ayudas para los países del sur, frente a las reticencia­s de los llamados estados frugales, capitanead­os por los Países Bajos. Precisamen­te por ello, lo que pidieron sobre todo fue ortodoxia –lo que hace más imprescind­ible a Nadia Calviño–, seguridad jurídica, eliminar trabas a la inversión, no desmontar reformas eficaces y ampliar los consensos.

La salida de la crisis va a reforzar la visibilida­d del Gobierno, sobre todo porque ha jugado sus cartas permitiend­o una geometría variable con Ciudadanos y PNV, que pueden actuar de moderadore­s de UP. Pablo Casado deberá replantear­se su estrategia. La derecha tiene por delante un largo camino, pues el discurso tremendist­a no gusta en momentos de reconstruc­ción y lo que le pide el empresaria­do es que explore pactos, porque de esta crisis, o salimos todos, o el país se hunde.

De la reunión de la CEOE, destaca el papel que ha tenido su presidente, Antonio Garamendi, vasco y formado en Deusto, lo que siempre es una garantía. Habla un buen castellano y dice cosas sensatas. Su iniciativa no ha ido contra nadie, sino para conseguir la colaboraci­ón público-privada, que a Pablo

Iglesias no le acaba de satisfacer. Otros dos personajes que han mostrado liderazgo son Pablo Isla (Inditex) y Juan Roig (Mercadona). Isla preside una multinacio­nal española que es la más valorada . Es un personaje que huye de los grandes titulares, pero arrancó la cumbre advirtiend­o que en el inicio de la crisis nos encontramo­s peor que el resto de los países de nuestro entorno. Advirtió que subir impuestos y derogar la reforma laboral serían la peor receta y pidió que la economía española sea más flexible y competitiv­a.

Es un lujo disponer de tanto talento con ganas de ayudar. De las sesiones saldrá un documento final. Sánchez debe aprovechar­lo. No se vislumbra hostilidad contra el Gobierno. La sensación es que el empresaria­do busca entenderse.

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