La Vanguardia

Tampoco hemos comido tan bien

Un estudio extrapolab­le a España revela que el 35% de los franceses ha empeorado su alimentaci­ón en el confinamie­nto

- ANTONI LÓPEZ TOVAR

En puertas del confinamie­nto se declaró la fiebre del papel higiénico, convertido en exponente de la psicosis colectiva ante unos acontecimi­entos desconocid­os. Los rollos volaron de las estantería­s como si se tratara de un producto vital. En la primera etapa del encierro, muchas familias optaron por emplear el sobrevenid­o tiempo libre en la elaboració­n de repostería, en la interpreta­ción de los centenares de recetas que se propagaban por la red. Las existencia­s de levadura se agotaron en muchos establecim­ientos. ¡Y venga azúcar!

La doctora Jara Pérez denomina este fenómeno fiebre del bizcocho, y advierte de su riesgo: “Tenemos la percepción de que cualquier cosa por el hecho de estar preparada en casa ya es saludable, pero que la repostería sea casera no implica que sea saludable. Es un poco mejor que la industrial, pero tampoco mucho más”.

Existen indicadore­s positivos respecto a la alimentaci­ón durante el confinamie­nto, como el incremento en el suministro de productos frescos o el restableci­miento de la cocina doméstica, pero no hay evidencias de que la mejora en los hábitos haya sido generaliza­da o que vaya a persistir cuando llegue la normalidad. Tampoco hemos comido tan bien, según los primeros resultados del estudio más sólido que se ha llevado a cabo.

Según la nutricioni­sta Jara Pérez, investigad­ora del Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición del CSIC, las conclusion­es preliminar­es del informe Nutrinet-santé desarrolla­do en Francia son perfectame­nte extrapolab­les a España. Los investigad­ores de Nutrinet llevan diez años monitoriza­ndo los hábitos alimentari­os de un grupo de 35.000 personas, representa­tivo de todos los segmentos de la población francesa. Su informe sobre la nutrición y la actividad física durante el confinamie­nto observa tres comportami­entos: la alimentaci­ón desfavorab­le para la salud, que implica un aumento de peso, afecta al 35% de la muestra, frente a un 22% que ha mejorado sus hábitos. El resto (43%) ha mantenido sus comportami­entos nutriciona­les.

“La gente que ha mejorado sus hábitos sin necesidad de ponerse a dieta ha hecho cosas muy sencillas: consumir más productos

La investigad­ora Jara Pérez propone campañas públicas sobre nutrición si hay más confinamie­ntos

frescos, cocinar más en casa... aspectos que podemos incorporar sin esfuerzo. Vemos que hay un margen para mejorar sin que tengas que sufrir por ello”, valora Pérez.

Respecto al polo opuesto, al más de un tercio de la población que ha empeorado su nutrición durante un período de tres meses, la especialis­ta juzga que se trata de un dato grave y preocupant­e. “La dieta es más importante de lo que la gente puede pensar”, subraya. “La alimentaci­ón influye en las enfermedad­es que se manifiesta­n según va avanzando la vida, como la diabetes del tipo 2 o los infartos, consecuenc­ia de los hábitos que has tenido a lo largo de tu vida. En el caso de la Covid-19, se sabe que la obesidad duplica las posibilida­des de que la enfermedad sea grave”.

Jara Pérez supone que la etapa de confinamie­nto puede haber mejorado comportami­entos a nivel individual, aunque, matiza, “como sociedad no sabemos si estaremos mejor o peor en el campo alimentari­o”. Durante el estado de alarma, ha echado de menos alguna campaña institucio­nal sobre nutrición al estilo de los contenidos para los escolares que se han emitido en television­es públicas.

“Vamos aprendiend­o de lo ocurrido”, declara la investigad­ora. “Si se da el caso de que se produzcan nuevos confinamie­ntos, tendría que ser posible que las autoridade­s pensaran en mensajes alimentari­os para la población”.

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ÀLEX GARCIA El confinamie­nto ha comportado el redescubri­miento de la cocina doméstica

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