Disfrutar el arte
ANTONIO NIEBLA (1943-2020) Galerista y coleccionista
Con la vitalidad de Antonio Niebla no pudo ni un árbol que le cayó encima y casi le aplastó, en un bosque de Sant Celoni que le encantaba, ni el cáncer que le ha estado atacando durante años sin lograr vencerle. Al final ha sido un bicho pequeño y traicionero como la Covid-19 quien se lo ha llevado. No podía ser de otro modo. Niebla me recordaba a un personaje de cine, ese Zorba el griego que después de un desastre no podía hacer otra cosa que soñar, desear y disfrutar otra vez. Su personalidad solar desmentía absolutamente el significado de su apellido. Niebla creía que la de galerista es “la profesión más bella” y sentía agradecimiento hacia los artistas: “Aprendemos con los ojos de los otros”.
Había nacido en Tetuán, pero fue en Girona donde inició su trayectoria, con la complicidad de Águeda González y de su hermano, el pintor Josep Niebla. La galería 3 i 5 presentó entre 1974 y 1988 exposiciones de artistas como Joan Miró, Tàpies, Chillida, Antonio Saura, Joaquim Chancho, Marcel Marti, Emilia Xargay o Equipo Crónica. Entre 1986 y 1989 Niebla impulsó, junto con Elvira González y Fernando Mignoni, una espléndida programación de vanguardias históricas en Theo-barcelona: Julio González, Picasso, Miró, Braque, Giacometti, Chillida, Oteiza, Tàpies, Fontana... La galería, muy bien diseñada por Rafael Moneo, fue más tarde la sede de Joan Gaspar y recientemente ha sido destruida con permiso municipal.
Tras la disolución de Theo-madrid, fundó en 1989 una galería llamada Barcelona, antes de que este nombre fuese una marca internacional. Situada en la plaza Letamendi y diseñada por Bonet Correa, su programación fue espléndida durante más de veinte años. Allí presentó exposiciones de Miró, Antonio Saura, Wolf Vostell, Erwin Bechtold, Joaquim Chancho, Tàpies, Juan Genovés, Lucio Muñoz, Rafael Canogar, Brossa, Paul Suter, Alex Katz, Juan de Andrés, etcétera. Su mejor descubrimiento fue la pintora alemana Silvia Hornig. Pero quizá lo más llamativo es que Niebla fue el galerista en Barcelona de Chillida y de Oteiza, en vida de ambos. Consiguió que estos dos grandes escultores vascos, que no se podían ni ver, coincidieran no sólo en la misma galería, sino incluso en la misma exposición. Lo logró porque se llevaba muy bien con los dos y porque tenía algo de mago.
Desde los años noventa organizó exposiciones en Europa y en América en colaboración con su hijo Julio y con prestigiosas galerías internacionales, entre ellas Lelong, de París. A principios del año 2000 fue elegido presidente del Gremi de Galeries de Catalunya y su primer objetivo fue convertir la hasta entonces muy desigual Artexpo en una feria de arte contemporáneo digna de Barcelona, la ciudad de Miró y de Gaudí. Para ello, en la edición del año 2001 contó con un comité organizador con nombres prestigiosos como Hans Meinke, Arnau Puig, Ignacio de Lassaletta o Iván de la Nuez, y por fin la feria tuvo un comité de selección que hizo una criba radical. Lo sé porque fui uno de sus ocho miembros. En Artexpo 2001 se expusieron obras de artistas como Picasso, Miró, Matisse, Dalí, Juan Gris, Chagall, Morandi, De Chirico, Carrá, Roberto Matta, Wifredo Lam, Gaston Chaissac, Zoran Music, Burri, Fontana, Tàpies, Oteiza, Chillida, Beuys, Joan Ponç, Asger Jorn, Hartung, Warhol, Saura, Alechinsky, Christo, Brossa, Arroyo, Frederic Amat, Plensa, Sicilia, Chancho, Víctor Mira, Barceló, Hornig, Català Roca, Mariscal... Y en la sección para artistas jóvenes se dieron a conocer artistas como Samuel Salcedo, Jo Milne o Efraïm Rodríguez. Sin embargo, este proyecto –como el siguiente y conciliador concebido por Lluís Bassat– sufrió la oposición de Art Barcelona, que entonces soñaba con organizar una feria propia. Barcelona se quedó entonces sin feria de arte contemporáneo.
Unos años más tarde, ya con más distancia, Niebla sabía reírse de todo aquello que le había hecho sufrir: “Lo intenté, pero era imposible entenderse con los de Art Barcelona: ¡Demasiados gallos para un solo corral!”, decía riendo.