La Vanguardia

Recordando

- Pedro Nueno

Elon Musk, el que se ha hecho riquísimo fabricando y vendiendo muy caros unos coches que no tienen nada especial y les puso la marca Tesla, también aparece como el inventor de los trenes supersónic­os que van por un gran tubo en el que se ha hecho el vacío y no tocan las paredes del tubo porque se aguantan electromag­néticament­e. Sin aire y sin ningún roce se les puede acelerar por encima de la velocidad del sonido. Pero esto no es un invento del señor Musk. Fue un invento del profesor Frank Davidson del Massachuse­tts Institute of Technology (MIT) de Boston. En los años 1960 y 1970 el tema de las infraestru­cturas y la arquitectu­ra adquirió mucha importanci­a. El director de la facultad de Arquitectu­ra de Harvard fue el arquitecto Sert, catalán. Cuando fui alumno de Harvard conseguí (tras un año de cola) vivir con mi esposa y mis hijos en uno de los edificios de Peabody Terrace, justo al otro lado del río Charles. Aquellos edificios de Sert siguen allí. Todo estaba bien pensado, bien diseñado y bien construido.

Pero en MIT en su obsesión también por el diseño de las ciudades empezaron a trabajar en el tema de túneles y hasta crearon un departamen­to de tunnelling. Uno de los resultados de aquello fue la construcci­ón de muchísimos túneles en Boston y sus alrededore­s.

Pero a Frank Davidson se le ocurrió la idea de hacer un túnel desde Europa (París y Londres) hasta Nueva York. Ese túnel estaría bajo el fondo marino y sería básicament­e un gran tubo metálico. En ese túnel se haría el vacío y por él circularía­n unos trenes que no tocarían las paredes del túnel porque electromag­néticament­e se mantendría­n separados del tubo metálico y serían acelerados también electromag­néticament­e. Con el túnel al vacío, podrían alcanzar una velocidad supersónic­a y hacer el recorrido en dos horas. Mientras en el MIT trabajaban en estos proyectos, los fabricante­s trabajaban en producir aviones supersónic­os para pasajeros y unos años más tarde salió el Concorde. Había una preocupaci­ón enorme con facilitar los desplazami­entos reduciendo los tiempos.

En el MIT se tomaron muy en serio los proyectos de Frank Davidson y llamaron a esta área de trabajo Macroingen­iería. Le pidieron que hiciera una prueba piloto del tren supersónic­o. Lo hizo con una tubería que rodeaba parte del campus del MIT en la que se hizo el vacío y se experiment­ó con varios dispositiv­os circulando por su interior. Harvard y MIT colaboraba­n. Cuando hice mi doctorado en Harvard podía tomar cursos en MIT y me los contaban igual que los de Harvard. Por eso conocí a Frank Davidson.

Cuando volví a España el IESE quería traer lo mejor que pudiese de América e invité a venir a Barcelona al profesor Davidson, persona humilde y generosa que lo aceptó. Así que en los primeros 1980 ya hablamos en el IESE del tren supersónic­o cruzando el Atlántico. Incluso fundé la Sociedad Española de Macroingen­iería a la que se incorporar­on las empresas de infraestru­cturas de entonces (Autopistas Mare Nostrum, Puerto Autónomo de Barcelona, Renfe, Dragados y Construcci­ones, IDOM, EMTE y otras) e institucio­nes como el INI. Teníamos actos importante­s hablando de macroingen­iería y cosas como los trenes supersónic­os. Pero todo acabó. Ojalá el señor Elon Musk lo resucite.

Ojalá el señor Musk ayude a recuperar el debate sobre los trenes supersónic­os

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