BATALLA MONUMENTAL
Viaje a Richmond, la antigua capital de la Confederación de Estados del Sur
Estatuas de Cervantes, Junípero Serra y Colón sucumben en EE. UU.
La historia, suele decirse, la escriben los ganadores. Pero estatuas como las que dominan la avenida de los Monumentos de Richmond (Virginia) son una demostración de que en Estados Unidos el norte ganó la guerra de Secesión pero el sur ganó la paz y la pugna por el relato.
Ser la capital de la antigua Confederación de los Estados del Sur, el territorio que se declaró en rebelión contra la Unión en defensa de la esclavitud, hace de esta ciudad un lugar clave en la batalla monumental emprendida en todo el país contra el racismo y sus símbolos. Sus estatuas a los héroes confederados están en el centro de un debate nacional resuelto en ocasiones por la fuerza y de forma indiscriminada. Lo que empezó como el cuestionamiento de los símbolos de la confederación se ha llevado por delante a personajes como el fraile Junípero Serra, Cristóbal Colón, George Washington, el general Grant, responsable de la victoria de las tropas de la Unión, o Miguel de Cervantes, víctima él mismo de la esclavitud.
En Richmond, el aspecto de las estatuas confederadas a lo largo de los casi tres kilómetros que mide la avenida, jalonada por magnolios, no puede ser más deslucido. Más fiel por fin, dicen muchos vecinos, a lo que representan para ellos. El monumento a Jefferson Davis, el presidente durante el breve tiempo que duró el invento (1861-1865), ha sido pintarrajeado y asaltado. Hartos de esperar a que las autoridades actuaran, los manifestantes la han derribado. Queda el obelisco y los arcos con una frase en la que Davis ensalza la nobleza de sus propósitos. “Podemos decir que fueron las primeras fake news [noticias falsas] de la historia de EE.UU.”, sentencia Julian Hayter, historiador de la universidad de Richmond. “¿Cuánta
“LA CAUSA PERDIDA”
Las estatuas confederadas son parte de la romantización de la guerra de Secesión
sangre más?”, pregunta un grafiti.
En el 2010, la ciudad creó una comisión de expertos para analizar su simbología y su valor. Hace tres años recomendaron retirar el monumento a Davis pero dejar el resto de estatuas añadiendo una explicación sobre el contexto histórico en que se levantaron. Como cientos de monumentos similares en otros estados del sur entre 1890 y 1920, tras la era de la reconstrucción nacional posterior a la guerra, un proceso fallido que se saldó sin castigos a sus instigadores. En cuanto los negros empezaron a reclamar sus dere chos, los blancos se organizaron para poner el pie el sistema de la segregación, en vigor hasta los años 60.
Las estatuas eran la guinda de un proyecto inmobiliario para atraer a nostálgicos de la Confederación, que no eran pocos. “Fue una forma de reclamar el espacio público en nombre del supremacismo blanco y de la llamada Causa Perdida”, afirma Hayter en alusión a la romantización de la guerra civil americana que puede verse en películas como Lo que el viento se llevó (1939).
Muchos americanos aún creen al pie de la letra las ideas básicas de esa
LA CULPA DE RICHMOND
“De joven, nunca pensé en la farsa que es esta estatua”, lamenta una vecina de la ciudad
que la guerra no fue para defender la esclavitud sino los derechos de los estados, que los negros no estaban preparados para ser libres y tenían suerte por ser esclavos en lugar de estar en África, y que todos quienes lucharon fueron héroes. “Estas ideas fueron institucionalizadas a través de los currículos escolares durante el siglo XX”.
Inauguradas con gran pompa entre banderas confederadas, ya en su día las estatuas fueron polémicas. La ley para retirar el monumento