La Vanguardia

La Barcelona del viento

Millones de lectores de todo el mundo ven la ciudad bajo el prisma de las novelas de Zafón, brumoso y lleno de misterio

- XAVI AYÉN

Las rutas literarias por la Barcelona de Carlos Ruiz Zafón surgieron ya al poco tiempo de publicarse La sombra del viento, en el 2001, y han ido aumentando sus localizaci­ones en cada entrega de la tetralogía de Planeta, El juego del ángel (2008), El prisionero del cielo (2011) y El laberinto de los espíritus (2016). Millones de lectores de todo el mundo se imaginan la ciudad tal como aparece en sus novelas.

El periodista y profesor Sergi Dòria, autor de la Guía de la Barcelona de Carlos Ruiz Zafón, bendecida por el propio escritor, afirma que “el mayor error que se puede cometer al leerlo es pensar que pretende realizar un reflejo de la Barcelona de la posguerra, una crónica periodísti­ca o una reconstruc­ción histórica. Él escribe toda la tetralogía desde la lejanía de Los Ángeles y estiliza la ciudad. Su Barcelona está cubierta de niebla y brumas, cuando en realidad es un enclave netamente mediterrán­eo, ahí actúa la mano del creador, admirador de Dickens, que dibuja unos ambientes más londinense­s que otra cosa. Pero es su Barcelona y la magia es que el lector crea en ella”.

El propio Zafón dijo, en una entrevista a este diario, que “por lo que respecta a la Barcelona física, los elementos son realistas y la geografía está escrupulos­amente respetada, siempre y cuando el relato lo permita, porque hay ciertos elementos de fantasía urbana. A veces me he inventado una parada de tranvía donde no la había o he alterado la ruta de un autobús”.

La guía publicada por Dòria –traducida al inglés, francés, alemán, italiano, portugués u holansobre dés, entre otros idiomas– fue un encargo de Planeta “porque se estaban publicando varias, en diferentes países, de tipo amateur, y se consideró que era necesaria una que bebiera directamen­te del autor y, por tanto, fuera fiable, más fiel a la obra y a los personajes”. Inicialmen­te, se basó en los dos primeros libros, “pero en la edición alemana ya incluimos El prisionero

del cielo. Sería una buena idea cerrarla ahora con todos los libros publicados, yo ya tengo el trabajo hecho. El librero de Laie siempre me dice que la tiene en varios idiomas porque se la piden más los turistas que los locales”.

Muchos lugares son reales, pero otros imaginario­s, como el Cementerio de los Libros Olvidados, la gran leyenda que el autor creó la ciudad. “Se inspira realmente en un hangar que vendía libros al peso en Los Ángeles y en el que, al entrar, te facilitaba­n una pequeña linterna para que te adentraras. Zafón tuvo la inspiració­n de trasladarl­o a Barcelona, tiene un gran poder simbólico”, ilustra Doria. La calle Arc del Teatre, donde lo sitúa, “representa una frontera. En los años 20 y 30, como vemos en Vida privada de Sagarra, los burgueses, al salir del Liceu, hacían sus expedicion­es al barrio chino, y entraban por ese arco, llamado así porque estaba al lado del Teatre Principal. Es un paso de la luz a las sombras, de la Barcelona burguesa y superficia­l a la oscura y canalla, la de la prostituci­ón y la miseria. Todavía hoy, si vas paseando en un día luminoso por la Rambla, y entras de golpe por ese arco, te sumerges literalmen­te en un reino de tinieblas”.

Otro escenario clave es la calle Santa Anna, donde vive Daniel Sempere, en la actual guantería Alonso, en el piso superior de su librería.

Pero la lista es interminab­le: el Gran Café de la calle Avinyó –que aloja huéspedes en una buhardilla–, justo enfrente del piso donde vive Alicia Gris; la antigua redacción de La Vanguardia en la calle Pelai, donde ahora hay el hotel Catalonia Rambla; las torres de la avenida Tibidabo; la vivienda de Fermín y Bernarda en la calle Joaquín Costa; el castillo y el cementerio de Montjuïc; Els Quatre Gats; todas las Ramblas y el mercado de la Boqueria; el palacio Güell de Nou de la Rambla; el restaurant­e Set Portes; la Casa Arnús, también llamada El Pinar, una misteriosa mansión en la Carretera de las Aigües; El Taxidermis­ta de la plaza Reial, donde reside Gustavo Barceló con su sobrina ciega; el Círculo Ecuestre; la comisaría de Via Laietana; los almacenes El Indio; la sombrererí­a Obach (en la novela se llama Fortuny); el bar Almirall; el Ateneu; la Biblioteca de Catalunya; el restaurant­e Casa Leopoldo; el bar La Bombeta en la Barcelonet­a; la Real Academia de Buenas Letras; el Hospital de Sant Pau; los cines de la avenida de la Luz; los almacenes Casa Jorba; la estación de Francia; el parque Güell; la pastelería Mauri; el bar Velódromo...

Para Zafón, pasear por todos esos lugares era como “recorrer diferentes épocas de la ciudad, evocar el pasado”. Un pasado gótico, modernista y misterioso. Lleno de brumas londinense­s.

La gran leyenda mundial que crea es el Cementerio de los Libros Olvidados, en la calle Arc del Teatre

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LA VANGUARDIA
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PEDRO MADUEÑO Zafón, ante el Gran Café de la calle Avinyó, con la casa de Alicia al fondo
 ?? PEDRO MADUEÑO ?? Carlos Ruiz Zafón, en un balcón de la antigua redacción de La Vanguardia, en la calle Pelai
PEDRO MADUEÑO Carlos Ruiz Zafón, en un balcón de la antigua redacción de La Vanguardia, en la calle Pelai
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