Las advertencias de la OMS
Mientras España inició ayer la primera semana laboral después de levantar el estado de alarma, mientras los primeros turistas extranjeros comienzan a llegar a nuestro país, mientras Europa acelera su desconfinamiento, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sigue alertando de que la pandemia se acelera a escala mundial, urge a no bajar la guardia y recuerda que en todo el planeta ya hay casi nueve millones de infectados y los fallecidos rozan el medio millón.
El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, lanzó ayer un nuevo aviso global al tiempo que señalaba que la politización de la enfermedad ha agravado la crisis y que la ausencia de liderazgo mundial y de unidad para luchar contra el virus es más grave que el propio patógeno. Tal vez era su respuesta a aquellos países que han criticado su gestión, cuado menos discutible, de la pandemia, pero era también un toque de atención porque el coronavirus ha entrado, según la OMS, en una nueva y peligrosa fase.
Desde aquí nuestra percepción puede ser distinta porque los estados europeos parecen haber controlado la primera oleada de la Covid-19 e intentan recobrar la normalidad lo antes posible para tratar de minimizar la catástrofe económica. Pero en otras partes del planeta, en América y también en el sur de Asia y en Oriente Medio, el virus sigue expandiéndose rápidamente y sigue siendo letal. La cifra récord de 183.000 nuevos casos diarios registrada el domingo es muy preocupante.
En EE.UU., varios estados han batido su propio récord de contagios en los últimos días, y a combatir el virus no ayuda el comportamiento del presidente Trump, quien en su fallido mitin en Tulsa llegó a decir que había pedido que se frenaran los tests porque “a más número de análisis descubrimos más infecciones”. En Brasil (50.000 muertos), la política negacionista del presidente Bolsonaro está llevando al país a una crisis sanitaria, en especial en la Amazonia, y la situación empeora en Perú, Chile y Bolivia, entrando en el invierno. También países como India y Sudáfrica han registrado un nuevo récord de infectados diarios.
Pero es que países que habían sido elogiados por su gestión de la enfermedad son atacados de nuevo. Ha ocurrido en Portugal, y Corea del Sur ha admitido que atraviesa una segunda oleada de contagios y que entre los nuevos casos los hay locales e importados. Es este un factor importante puesto que también el rebrote en Pekín podría deberse a una cepa europea importada, y otro tanto ha ocurrido con el importante repunte registrado en un matadero alemán en Gütersloh, al parecer provocado por trabajadores búlgaros y rumanos al volver de unas vacaciones. Por ello hay que garantizar que la apertura de fronteras y la movilidad entre países, con la progresiva llegada, en el caso de España, de turistas de estados europeos, se efectúa con todas las garantías para evitar nuevas transmisiones del patógeno. Porque brotes como los surgidos en Huesca, donde tres comarcas han vuelto a la fase 2, y en otras diez zonas de España, evidencian que el virus no debe ser subestimado.
Mientras en Europa nos desconfinamos para salvar nuestras economías, medio mundo sigue azotado por el coronavirus. Por ello cuando la OMS recuerda que han sido necesarios tres meses para llegar al primer millón de casos, y solo una semana para diagnosticar el último millón de contagios, deja claro que no podemos bajar la guardia.
Es comprensible que los estados quieran recuperar un modo de vida lo más parecido posible al de antes de la pandemia, pero hay que hacerlo teniendo siempre presente que debe seguir manteniéndose una vigilancia extrema y que las medidas de distancia e higiene deben ser cumplidas por todos. Un rebrote masivo, fruto de una segunda oleada del coronavirus, que obligara a nuevos confinamientos y a volver a adoptar medidas restrictivas, tendría un impacto económico y psicológico inasumible. No nos lo podemos permitir y, por eso, las advertencias de la OMS no deben caer en saco roto.
Mientras Europa se desconfina, la cifra diaria de contagios en el mundo por el coronavirus bate récords